No ha quedado ni el alma.
Me he sepultado a mi mismo, no bajo tierra sino bajo vómito, un vómito negro y corrosivo, quema mis cuerpo, mi piel se desprende, el olor es tan horroroso, putrefacto, asqueroso, que es indescriptible, pero me ido acostumbrado poco a poco. Décadas han pasado, el vómito sigue saliendo de mi boca, si es que todavía me queda una, hace años que perdí los sentidos, ahora solo soy una consciencia flotante, que de alguna manera aún es capaz de sentir las corrientes del líquido a través de mis pensamientos, como si el espacio físico no existiera.
He olvidado mi nombre, no tengo recuerdos, soy incapaz de reconocer un rostro pues nunca he visto uno, soy incapaz de escuchar pues nunca he oído nada, soy incapaz de oler mi propio vómito, pues nunca he olido, y se que pronto no podre pensar, porque nunca habré pensado, esta es mi certeza, todo se diluye en el líquido, hasta el alma.

ESTÁS LEYENDO
No ha quedado ni el alma.
SpiritualitéEsto ya tiene un par de años desde que lo escribí, y aunque mis sentimientos no han cambiado mucho no es para tomarse muy enserio. Un simple relato con el cual me explico a mi mismo.