Mios/Suya

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Le duele todo el cuerpo y está exhausta, la noche a sido agotadora entre sus incansables manos.

Camina por la habitación endolorida, prende el televisor y la primera imagen que ve la hace reír a carcajadas.

El heredero de las industrias Wayne de la mano de su voluptuosa novia anuncia su enlace.

Ingenuos, si lo hubiesen visto hace tan solo tres horas seria otra la noticia.

Y es que su cansancio y su dolor muscular son el resultado de sus infatigables ganas.

Estar sometidos a sus deseos ya es una costumbre para ambos.

Lo conoce. Sabe que a intentado alejarse... pero no puede. Está perdido porque ella es para él, lo que él es para ella.

Enredarse en su cintura, es como una droga que no puede dejar de consumir a diario.

Generoso y directo como solo él puede pierde los estribos y acaban comiéndose el uno al otro.

Rememorando viejos tiempos se dejan llevar por ese incendio que después de mil tormentas aún no se a extinguido. Ni se extinguirá jamás.

Su mirada se ilumina cuando estrella su cuerpo contra el suyo.

Porque con él las escusas no sirven de nada, sus ojos esmeralda son capaces de atravesar cada una de sus defensas...

Hubo un tiempo en el que conocer semejante evento le habría dolido pero ahora no... Ya no le duele nada, porque sabe que ella se lo ha echo mucho peor... Si tan solo él supiera...

Vestida solo con la cara camisa de su amante camina hacia el baño.

Dentro, el recuerdo del heredero se evapora en segundos cuando ahora son las manos del rudo y rebelde ladrón quien en su imaginación recorren su piel.

Gritándole palabras obscenas que a ella ya le parecen indispensables. Reinventando posturas imposibles. Empapándose de él.

Sus encuentros se han convertido en sagas, una tras otra y nunca se cansa.

Esas cuatro paredes fueron el testigo mudo de su primera vez con él. Trataba de limpiar sus heridas después de una pelea, pero fue él quien sanó las suyas.

Llegó en el momento justo para reconstruir sus piezas, manteniéndolas unidas entre sus brazos...

No se ve sin él... Sin sus locuras. A descubierto un niño debajo de toda esa fachada de tipo duro y la dulzura de éste no se compara a ninguno.

Descuidado, sin tacto y un poco loco pero capaz de partir a Dios por la mitad si ella se lo pidiese.

Se dirige hacia la cocina, necesita un café para despejarse de esas imágenes, si no está segura de que saldrá a buscarlo por la ciudad.

En la mesa un ramo de rosas rojas dibuja una sonrisa en su cara y la sumerge de lleno en un mar de nostalgia.

Por casualidades de la vida acabó convirtiéndose en su amigo, su confidente... Su tentación.

Cuando lo veía en su puerta preocupado por ella, su corazón ardía dentro del pecho.

Su sonrisa fue suficiente para saber que lo quería entre sus sabanas y en cualquier otra parte.

Día tras día le fue devolviendo la serenidad y la cordura que había perdido.

Quien si no él la haría sentir así. Dulce, cariñoso e inteligente, y muchas otras cosas mas...pero sobre todo ingenuo.

Quería arreglar algo que ni siquiera estaba roto y esa fue la mejor arma en su contra.

Un par de insinuaciones le bastaron para hacerlo caer, y tenerlo bajo su dominio.

Con el, es ella quien manda, quien tiene el control y eso es lo que justamente necesita.

Sus detalles romanticos nunca se acaban, igual que las ganas de comérselo a besos.

Le ofrece a manos llenas sensaciones que no a experimentado antes.

La calidez en sus besos no se compara a nada. Lo echa de menos y le gustaría tenerlo ahí con ella pero el ruido que viene desde la habitación la devuelve a la realidad y sus peligrosos pensamientos se detienen justo en ese punto.

Suena un mensaje en su teléfono móvil.

Quiero hacerte todo lo que
Nunca te han echo. Esta
noche conmigo tocarás
el cielo. Dick

Maldito... Con él, fue ella quien no se pudo resistir y se lanzó.

Su bien ensayada sonrisa y su labia le bastaron para hacerla olvidar todo lo demás.

Acaricia su corazón con palabras dulces que nacen de las peores intenciones.

Se perdió en la profundidad de sus ojos y sus manos expertas ahora son las responsables de sus desesperadas ganas de ver caer el sol.

Porque la noche tiene otro regalo para ella y lo espera con ansia.

Conoce sus secretos,sus sueños, sus anhelos e inquietudes, sus miedos y cada centímetro de piel como la palma de su mano.

Con su cuerpo es una egoísta, sólo lo quiere para ella. No lo puede evitar, lo devora insaciable porque lo que él le hace es demasiado bueno para compartirlo...

Llaman a la puerta.

Mientras camina hacia ella piensa quien puede ser de los cuatro.

No lo sabe, como tampoco sabe quien de los cuatro le gustaría que fuese...

Pero igualmente cualquiera de ellos será bien recibido.

4 HermanosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora