Hacía tiempo que no me enamoraba. Incluso llegué a cuestionarme si no padecería algún tipo de enfermedad, pues tan sólo dos años atrás era tremendamente enamoradiza. Me gustaban los chicos y las chicas, andaba con todo. Quién sabe qué habría pasado de repente. Había chicos y chicas lindas en mi salón, pero nadie me causaba ningún estremecimiento especialmente agradable.
Un día una de las chicas lindas se me confesó. Se llama Misty. No habla mucho, pero aun así es bastante social y en el salón todos la quieren. Es una buena chica. Apenas nos encontrábamos en segundo semestre y de hecho casi no congeniábamos, pero igual se terminó enamorando de mí. Es tan bonita que me regañé por no corresponder sus sentimientos.
—Lo siento, pero no siento lo mismo por ti —le aclaré yendo directamente al grano. Aquello que me había arrebatado mi enamoramiento se había llevado también gran parte de mi sensibilidad.
—¿Es porque soy una chica? —me preguntó ruborizada. Jugueteó de inmediato con su largo y ondulado cabello castaño como para que le prestara más atención a eso que a la pregunta.
—No, para nada. Me gustan las chicas. Son lindas. Es sólo que hace dos años que no soy capaz de enamorarme. —le expliqué.
Ella me miró con sus penetrantes ojos color miel. Puso una expresión chistosa. Se veía contenta por enterarse de que me gustaran las chicas, pero decepcionada de que no fuera capaz de enamorarme.
—Si estás conmigo, seguro que te enamoras de mí —afirmó, inesperadamente decidida.
—Uhm, sí eres muy mona y todo... Pero sinceramente no creo poder... No entiendo a qué se deba esta frialdad en mí. Digo, no sólo no logro enamorarme de las personas, sino que tampoco puedo enamorarme de nada más, ya se trate de una comida sabrosa o de una gran obra de arte. Ya te imaginarás qué tan complicado será que me enamore de alguien entonces.
Suspiró. Me dio la impresión de que no le agradó mi actitud al respecto, después de todo ella siempre era (y aún es) muy positiva.
—¡Pero ya verás que lo lograré! Hace tiempo me pasó algo similar, supongo que por eso me terminé enamorando de ti... Así que encontraré la manera.
—Oh, ¿de verdad? —pregunté sorprendida—. Pero entonces no pudiste haberte enamorado así como si nada. ¿Hiciste algo más, cierto? Algo para que te enamoraras primero de la vida.
—Es cierto que hice algo más —dijo misteriosamente—. ¡Y luego apareciste tú! Es sensacional, ¿no lo crees?
—Será sensacional si logras que me enamore de ti —pensé contrariada.
—La clave —dijo, y se acercó a susurrármela al oído— son los sueños.
—Los sueños...
Algo así había estado pensando hacía poco. Pero no veía la forma de usarlos a mi favor.
—Verás, a mí me pasó, y me imagino que también te estará pasando a ti, que cuando mi sensibilidad en la realidad se fue, mi sensibilidad en los sueños incrementó —me enseñó ambas manos, la derecha abierta y la izquierda cerrada, y cuando dijo esto cerró la derecha y abrió la izquierda—. Todo se siente tan real en los sueños que incluso se te hace ridícula la idea de que la realidad sea llamada realidad, porque en ella no sientes nada a comparación de lo que sientes en los sueños.
—Wow... Sí, eso es... —no pude creer que tuviera enfrente a alguien que me comprendiera—. Los rayos del sol, el pasto, las gotas de lluvia, el viento y los abrazos, todo se siente tan real en los sueños...
—Sí. Es por eso que me dediqué a adiestrarme en los sueños. Por alguna razón pensé que, si lograba controlar mis sueños, lograría obtener el privilegio de traspasar la sensibilidad de mis sueños a mi realidad. Como cuando te dan un poder especial al pasar el nivel de algún videojuego... ¡Y funcionó!
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Ficción de chicas
RomanceAparecen chicas queriéndose, así que si no te gusta eso, no lo leas.