Prólogo: La Locura

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"A VECES ME PREGUNTAN SI ESTOY LOCO, ES IRÓNICO NO LO CREÉIS. YO SIEMPRE ACABO POR CONTESTAR, QUE ME DECEPCIONAN SI NECESITAN PREGUNTARMELO"

La locura.

¿Alguien ha vivido lo suficiente como para describirla? ¿Se puede explicar? ¿Al final, no será el ser humano en su pureza? ¿El individuo tal y como piensa? Las respuestas a esas preguntas no se pueden extraer de los pensamientos de quiénes la padecen, porque estos, dentro de su estructura cerebral, son de una razón y percepción como la de un sabio mismo.

La locura es la cara oculta de la cordura.

Es caer en la oscuridad entre fragmentos de recuerdos pasados que se clavan en tu cuerpo, cual cuchillo de caza. Fragmentos que delimitan un pasado resquebrado que solo se sustenta en tu entendimiento, haciéndote pasar una frontera que pocos pueden ver: rindiéndote a los brazos de otro mundo, desde donde la percepción de lo que nos rodea, no es vista por la gente vulgar.

Es un humo denso y espeso que cubre el lienzo donde se dibuja, con oscuros colores, el pasado de una vida; ahora demasiado lejana para que parezca suya. Esta deja diminutas grietas por donde se escapa la razón del propio ser; que abandona su pesada alma, encerrada, sin salida alguna, en el mundo de los vivos.

"EL GATO SE COMIÓ AL RATÓN, PERO Y SI ESTE TUBO MALA SUERTE; ¿LO HABÉIS PENSADO NUNCA? YO SOY UN RATON PERDIDO SIN CEREBRO, PERO SI UN GATO INTENTA COMERME, MORIRÁ; DE ESTO PODÉIS ESTAR SEGUROS."

La locura es disfrutar de las lágrimas de niños inocentes; niños que solo han conocido bondad, pero que se deshacen al ver su mayor temor hecho realidad. Reírse sin razón, sin cesar, es demostrar que estás por encima de los otros, simples, encarcelados entre cuatro paredes envolventes que no les dejan ver más allá. Estos ven tu situación como una enfermedad, pero está deja que te diluyas en las desgracias ajenas y permite que nadie te juzgue. Son esos infortunios, que tiempo atrás también padeciste, los que se han perdido en los cabales de tu rota memoria.

Es disfrutar de la muerte ajena; de transmitir estas historias de desgracia como si fueran cuentos joviales hechos para entretener. Mediante tus pérfidos ojos, ves las gotas espesas de sangre, las gotas de angustia, que dibujan el futuro de tus actos en la superficie: donde un charco de líquido rojo, para ti, es saber cómo llevar a cabo tus siguientes movimientos. Con tus manos estrangulas la vida. Se refleja en tus pupilas de color creciente. Se perfila entre tus atrofiados dedos que se esconden ante tu amplia, retorcida y desestructurada sonrisa.

Es no distinguir entre amigos y enemigos. Es deshacerte, como la nieve en verano, al ver, con tus desorbitantes ojos de distintos colores, tus preciados padres caer como las hojas de los árboles en otoño. Verlos desplomarse sobre los brazos de la dama de las noches. Vislumbrarlos cayendo al igual que el día deja paso a la noche, que solo el destino, con un toque de suerte, puede hacer eclipsar los hechos futuros que se cruzan en su camino. Solo él puede permitir el contacto entre los amantes que dieron nombre a dioses durante los primeros días de la creación.

"¿OS SABÉIS LA HISTORIA DEL LEÑADOR? ¡YO TAMPOCO! OS DIRE UNA COSA QUE OS PUEDE SALVAR LA VIDA: ES MEJOR ESTAR LOCO QUE CUERDO."

La locura es un escudo. Es estar en alerta permanente, qué hace que se manifiesten las retorcidas facciones de un rostro extraño en tu desfigurada cara. Estas se reflejan en los espejos que muestran tus propias sombras atacantes, al igual que un lienzo de abstractas imágenes.

Es convertirse, poco a poco y sin saberlo, en una deformidad, qué al igual que otras, camina entre nosotros como demonios andantes llegados desde el infierno. Navegantes. Leyendas. Monstruos. Personas que son creadas por una mano invisible que sabe cómo utilizar el pincel de la destrucción. Cava un hondo hoyo en tu razón. Cambia lo que eres. Por dentro es como la llama que asola la hierba seca en verano; por fuera, no es más que el rastro que deja este sequito de fuego al consumir el amarillo de las praderas.

El cerebro solo traduce lo que siente el cuerpo humano en las diferentes situaciones diarias que se presentan como las páginas de un relato tradicional; pero ¿Qué es lo que ocurre cuando este mecanismo de procesamiento se pudre? ¿Es algo malo? Al final todos acabaremos por convertirnos en lo que más tememos. Rendirse y no luchar, es sobrevivir. Este estado de desolación, se convierte en una superación, en la subida de un peldaño en esta dañina sociedad dominada por gente ciega que cree que es feliz. Es un juego donde tú ya has ganado y solo te queda esperar a que los otros terminen la partida.

"SI AL FINAL MI DEMENCIA SERÁ LA SOLUCIÓN, ¿VERDAD?" 

BUFÓNWhere stories live. Discover now