Sin epidural

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Empezó como siempre, con una ilusión: ver tu pupila cruzándose con la mía.

 Después,  la sorpresa: por mala suerte, me dejaste rozar tus labios probando tu veneno. Yo, inocente, insensata, inmadura, ilusionada, caí por el agujero persiguiendo al conejo. Llegué a El País de las Maravillas, y ahora si te escucho me hago grande, pero cuando te vas, todo se inunda mientras me hago cada vez más pequeña.

En la soledad que me acompaña, me he preguntado tantas veces:

 ¿Por qué yo no y ella sí?

- Si yo soy más guapa que ella- 

¿Será que estoy rellenita?

 - Aunque lo sea, soy una bolita feliz- 

Y ya por pensar una estupidez  ¿Mi cupido está borracho?

- Pues vaya, podría haberme avisado para unirme a la fiesta.

Si realmente el amor llega, ¿porque a mí no? Se está retrasando más que mi periodo. A ver si está embarazado. Será eso. 

¡Claro! Tantas películas románticas, tantas historias bonitas, tantas canciones de amor

¡Eso es! Señoras y señores, he llegado a la conclusión que mi amor está en cinta. En estado por promesas, ilusiones, sueños, de amor.

Tras estos nueve meses, el pequeño ha sido alimentado. El primer beso, el primer roce, el choque de miradas, mis esperanzas de tener a uno, a otro y al de la moto,... 

Sus huesos son de Príncipe Azul. Sus extremidades, llenas de caricias y sonrisas. Su cerebro de ramos de rosas. Y, su corazón...¡Ay! Perdón, me he confundido, que él no sabe que es eso.

En cambio, ahora, noto las patadas del desamor, los vómitos de la desilusión y el peso del dolor. Tengo contracciones de realidad. 

Y la realidad es que estoy de parto.


FragmentosWhere stories live. Discover now