Jung HoSeok era un tipo que, a pesar de su animada y relajada actitud, era poseedor de unos nervios de acero y una mente segura e inteligente. En la universidad era un tipo respetado y buscado por todo quien quisiera alegrarse el día y no hacía falta más que verlo sonreír para conseguirlo.
Junto con sus amigos más cercanos, Kim NamJoon y Kim SeokJin, eran como el típico grupo de chicos populares, sobresalientes y guapos que cualquiera creería que miran con desdén a todo al que consideren indigno, pero si los conocías tan solo una vez podías terminar prendado de cada uno de ellos, como si de ángeles en tierra se tratasen.
El alto y moreno, perteneciente al 1,3% de la población escolar con las mejores notas, bilingüe, atractivo, atlético, amable y encantador, tenía tras sus huesos a más de una adolescente fantasiosa y deseosa de un príncipe con sus características.
SeokJin resaltaba por su belleza natural, no importaba por donde lo miraras, no podías encontrarle algún defecto, y como si fuera poco, siempre estaba para ayudar a quien lo necesitara sin pensárselo dos veces.
Pero era HoSeok quien por alguna razón atraía a más personas, tenía una personalidad divertida y relajada, pero podía escucharte con la seriedad necesaria cuando la situación lo ameritaba. Poseía una de las sonrisas más sinceras y bonitas que cualquiera pudiera ver en toda la vida, en todo el mundo. Y si los jóvenes Kim tenían una o dos decenas de chicas pretendiendo a cada uno, Jung por sí mismo era asediado por casi un centenar, dentro y fuera de su comunidad escolar. También ayudaba que fuera el líder del club de baile, destacando notablemente por su asombrosa habilidad y gracia en sus movimientos.
—Nam y Jinnie son como diamantes, y tú, HoSeok, eres el sol que los hace brillar aún más, y no sólo a ellos, eres tan cálido que reconfortas a cualquiera alrededor, por favor, nunca dejes de resplandecer —le dijo alguna vez Park JiMin, un buen amigo suyo. Y Jung le prometió que así sería.
Pero por desgracia no podría cumplir aquella promesa.
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Los viernes eran su día favorito en la escuela, pues apenas y tenía una clase y la cantidad de alumnos presentes se veía disminuida, por lo que podía pasearse con más libertad entre los jardines de campus, mientras escuchaba de su música favorita.
Aquel día en especial, hacía un calor infernal y pensó que no sería mala idea descansar un poco bajo la sombra de un árbol. Cerró los ojos y puso en repetición su canción favorita, no tardó mucho en sentir los párpados pesados, se estaba quedando dormido.
Entonces un peso sobre su hombro lo hizo reaccionar y al voltear notó una cabellera castaña, tirándole a rojiza. Estaba seguro que no le reconocía. Cuando ese muchacho le quitó un auricular con cuidado y se movió para poder colocárselo, HoSeok alcanzó a admirar ese rostro tan perfecto, como de otro mundo. Definitivamente nunca había visto a ese chico.
No era la primera ni sería la última vez que alguien se le acercaba con confianza o haciendo cosas como esas con la intención de coquetearle, pero eso se sentía distinto; ni lo sentía como un coqueteo, y tampoco le causo gracia o indiferencia. Más bien se sintió flechado y lo reafirmó cuando el otro levantó la mirada y le sonrió.
—Tienes buen gusto...
— ¿Eh? ¿Cómo dices?
—Es una buena canción, me gusta la tonada —el castaño tarareaba a la par del sonido que reproducía el iPod de HoSeok a través de los auriculares que ahora compartían —soy TaeHyung, pero puedes decirme Tae.
El aire abandonó sus pulmones.
La voz profunda de TaeHyung contrastaba demasiado con su rostro dulce y perfecto. Y Jung HoSeok supo que quería verlo y escucharlo por más tiempo, por mucho tiempo.