Untitled part

14 0 0
                                    


A.A. Attanasio

dragón y el unicornio

Título original: The Dragon and the Unicorn

Para mi hermano Ron

un verdadero mago

Hay un camino que ningún ave conoce,

y que el ojo del buitre no alcanza a ver.

Job 28:7



Preludio

Los Dioses Mortales

Líbralo del pozo:

he hallado para él rescate.

Job 33:24


Los Himalayas: 397 d. C.

mi yum bu yu

Densas nubes pero no lluvia

Garabateados en el esquisto del saliente de una montaña, los caracteres parecían nuevos; sin embargo, un millar de inviernos habían bramado en el Techo del Mundo desde que un cuchillo de bronce hirió con estas palabras la roca. Están escritas en la pared de un precipicio que puja hacia una altura donde no llegan la mayoría de las tempestades. La erosión las ha mordido poco. Tachonado de conchas espirales de moluscos de un mar antiguo, el acantilado soporta anónimamente la frágil inscripción en medio de su vasto flete de petrificado lecho oceánico.

Las palabras reflejan aún su propio mundo diez siglos después de su llegada: densos cúmulos abajo, en manada, violetas y blancos a la luz resplandeciente del sol, con torrentes precipitados en las gargantas que dejan arriba el mundo deslumbrante, claro. Sobre las montañas nivosas que se alzan afantasmadas y en calma absoluta contra el vacío azul, sobre los radiantes glaciares que arden en silencio entre estos riscos fúlgidos, un pedazo de luna cuelga en el aire helado.

Acuclillado entre rocas negras en un ángulo del abrupto precipicio, un peregrino contempla a la luna flotar en lo alto. Una amplia perspectiva de picos de hielo y simas púrpura colma su alerta, y lo arropa una venerable quietud. El frío amargo no apoca su claridad. Entre cimas de cristal, tan altas sobre los oscuros cañones que el rugido de los ríos feroces allá abajo no asciende más que en los nimios susurros y humos del eco, él espera.

El peregrino espera que las densas nubes lluevan sobre él. Espera que la lluvia ascienda verticalmente desde los cúmulos e hisope los cielos azules con solares rociones y arcos iris majestuosos. Desde la fulgurante mañana otoñal en que afrontó estas marcas arañadas en la pared del mundo, ha esperado aquí junto a ellas. Sabe que si espera lo bastante, será satisfecho. La lluvia se alzará derecha hacia el azul espacio frío. Los arcos iris desplegarán su magnificencia, banderas translúcidas. Y el camino hacia el cielo se le ofrecerá aquí mismo, en el más remoto y desolado de los límites de la tierra.

Sabe estas cosas porque el escrito infligido a la pared de roca le habla. Más allá del trenzado espiral de los fósiles marinos y de las pústulas anaranjadas de liquen que camuflan la caligrafía, las palabras le revelan su significado y su oculto contenido. A leer aprendió cuando muchacho, casi un siglo atrás, cuando vivía en la aldea de la salina, junto a un lago mineral, en las profundidades del Reino Medio. La paupérrima existencia de su familia, que trabajaba para el señor de la guerra local extrayendo sal por salario exiguo, había consumido muchas generaciones de sus antepasados. Lo habría exprimido a él también, si no hubiera sido por un monje errante del culto de la Tierra Noble, que reconoció una chispa de inteligencia en el niño y le enseñó a leer. La comprensión de lo que leía llegó mucho más tarde, después de haber sido aceptado en el culto y tras muchos años de arduo entrenamiento.

A.A. Attanasio - El Dragon Y El UnicornioWhere stories live. Discover now