El pasaje del tiempo.

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Otro día más en el meteorito.

Otro día en el que Rose y Kanaya aprendían sobre sus tan distintas culturas.

Otro día en el que Kanaya se esforzaba por hacer comprender a Rose la complicidad de los cuadrantes troll. Otro día de robar novelas cutres a Karkat mientras no miraba.

"Aquí verás que el altasangre, a pesar de sus fuertes sentimientos negros, se rehúsa de herir a su compañero," explicó Kanaya.

"A eso lo llamáis vacilar, ¿no?"

Kanaya sonríe de vuelta. Ambas se sonríen la una a la otra, su romance floreciente como rosas en primavera.

Ama todos y cada uno de los rasgos de Rose. Sus ojos lavanda con toques violetas. Sus ropajes dorados. La forma en la que toca el violín. Sus comentarios sarcásticos que tanto se esforzaba en aprender.

"Exacto," Kanaya pasó la página. "Ahora verás que su compañero apenas puede responder a su solicitud roja."

"...Lo que provocará un estímulo en el altasangre y requerirá un mediador."

"Veo que aprendes rápido. ¡Y yo que pensaba que los humanos no podríais comprender la complicidad de los cuadrantes!"

"Con una profesora como tú, la verdad es que es simple."

Y Rose le besó la mejilla, y ambas se abrazaron como las nubes en un día de lluvia.

***

Otro día en el meteorito.

Habían regresado de una burbuja. Rose conoció a Porrim, la cual había enseñado a Kanaya a controlar sus poderes de bebedora arcoíris.

"Vampiros troll," se dijo a sí misma, carcajeando.

Todas las Maryam eran absolutamente hermosas. Otra cosa más que había aprendido Rose.

***

Y otro día más en el meteorito.

Rose, tratando de conectar con su madre, había comenzado a beber alcohol. Primero fue una copa, luego dos, y ahora estaba ebria.

Kanaya estaba preocupadísima. Sus habilidades como mediadora no le servían para nada, y ni Dave ni Karkat sabían qué hacer.

Lo había intentado todo. Tirarle las tazas, charlas convincentes, favores... Pero nada. Rose Lalonde, jovenzuela de la cuál estaba perdidamente enamorada, y cuya guía le había servido para su sesión, estaba borracha.

Aquella noche, Rose, adormilada y con hipo, se le abrazó mientras trataba de leer un libro. Kanaya tuvo que acurrucarse con ella sí o sí.

Juntó sus delgados dedos con los de Rose, y presionó sus labios contra su frente, marcando un leve beso en ese mismo lugar. Se le hizo el corazón un nudo. Le preocupaba que el estado de su novia pudiese ir a peor.

Kanaya dejó el libro junto a un montón de botellas de whisky y diademas, todos pertenecientes a Rose.

Cerró los ojos, y pasó otro día más en el meteorito.

Y otro día más.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora