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Apenas podía oír sus pasos, pegajosos, el retumbar de mi corazón, como mi respiración agitada y mi mente a mil por hora no me dejaban. Sabía que quedaba poco, los ojos me viajaban acelerados atraves de la estrecha rejilla que dejan las altas puertas del mueble.
Suspiré, intentando calmarme. Apenas cerré mis ojos pude oír el sonido de sus viscosos pies descalzos golpear la madera bajo estos. Andaba con parsimonia, ninguna prisa, el ritmo de sus pegajosas plantas parecía querer volverme contra mi. Ese sereno ritmo trataba de quitarme mi cordura.
Mis manos, en mis piernas, se agarraban con todas sus fuerzas, arañandome los muslos. Mis ojos continuaban cerrados, con fuerza tratando de escuchar los movimientos de el de piel viscosa.
Alterada por la situación, mi mano rasco en sobremanera mi muslo, hiriéndome. Solté un gruñido de molestia pero me detuve de abrir los ojos cuando los pies pegajosos se movieron más ágilmente en mi dirección.

Blue

Yo escribo, tu lees.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora