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Hay cosas que se pierden cuando creces o simplemente dejas de hacer. Como por ejemplo desear que llegue el otoño por tal de pisar las secas, escucharlas crujir, saltar encima de las rayas blancas en un paso de cebra, sonreír a los desconocidos, hacer amigos con facilidad cuando vas a un parque, amar de verdad y estar feliz hasta el día más triste.
Cuando creces, todo lo bueno desaparece. Te das cuenta que la felicidad no es chafar hojas muertas, que no te mueres por pisar las líneas rojas, te escondes de lo que no conoces, estas sola, te han prometido un mundo y no mueven un dedo por ti y que en los días de lluvia lo mejor es llover.

Todo se acaba, llegas a tu cama y escuchas una voz en tu cabeza que te recuerda lo sola que estás y todo de lo que te arrepentiste no hacer. Cierras los ojos, nuevo día y todo vuelta a empezar.

Mañana de invierno, hace frío pero él ya no está para abrazarte y quitártelo. Ya no está él para alegrarte la mañana, ya no está ahí para acompañarte en esas tardes de peli y manta acurrucados, simplemente de un día para otro no está y se fue sin cumplir ese siempre.
De verdad pensé que él si se iba a quedar pero sólo adiviné el la parte de "se iba". Él me hizo feliz, me hizo pensar que... me corrijo, me hizo sentir que aún no había crecido. Me alegró muchísimo los días pero cuando se fue, todos los días llovía. Se llevó todas las hojas secas, las rayas blancas, las sonrisas sinceras...y el amor. Me abandonó y lo vi marcharse con los bolsillos llenos de mí y dejándome completamente vacía, me dejó crecer.

Sentimientos al vacío Donde viven las historias. Descúbrelo ahora