El Balneario

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De entre todas las cosas ¿ por qué un balneario? No lograba entender porque mi hermana y mi madre decidieron regalarme un fin de semana de balneario. Tengo 42 años, trabajo de administrativo, soy gay y llevo tres años sin tener una pareja ¿ por qué un balneario? Seguí preguntándomelo mientras dejaba la maleta sobre la cama.
El cuarto era bonito, una vista hacia el exterior rodeado de nada, árboles y el sonido de la gente y el agua. No estaba tan mal. Sin embargo cuando bajé a las piscinas y vi que necesitaba un gorro mi humor se agrió ¿ hay algo más ridículo que un gorro de piscina para estar en una en la que ni siquiera puedes nadar? Suspirando entré notando mis gafas empañarse y el mundo esconderse tras una niebla gris. Abandoné mi albornoz y mis gafas rezando para encontrarlas a la vuelta y caminé con miedo hacia el agua. Busqué un lugar para bajar e intenté encontrar el primer chorro. El agua caliente relajaba mi cuerpo mientras que unos chorros fríos golpeaban mis piernas. Sin nada más que hacer hasta cambiar de lugar miré lo poco que alcanzaba mi vista a mi alrededor: parejas con el móvil en las tumbonas ¿enserio? Grupos de viejecitos cotilleando en distintos chorros, gente recibiendo palizas por las cascadas al otro lado ¿eso era relajante? Ponían cara de que dolía... creo.
Fui avanzando por el recorrido y noté algunos chicos, uno podía soñar ¿no? Sin nada más que hacer. Los había guapos, los había jóvenes y los había interesantes, cada vez que mi mirada se cruzaba con la de alguno fingía que mi miopía era superior y no me estaba enterando. Al fin llegué a una zona de bancos y al sentarme recibía masajes en la espalda, suspiré, aquello no estaba mal. Al rato uno se sentó a mi lado y me sonrió, cortesía supuse. Compartimos unos secos saludos y ambos nos sentamos en las burbujas. Luego cambié a otra zona y él me siguió, o eso me pareció, me senté y apreté el botón inocentemente cuando las burbujas comenzaron a golpear mi entrepierna. Salté, escuche una risa a mi lado y le miré de reojo, él sonreía. Intenté colocarme mejor pero los horros apuntaban directamente a mi culo y mis gluteos, haciendo que el agua resbalase por el interior de mis muslos y acariciase mi entrepierna. Intenté apretar las piernas pero esto provocaba que golpearan más fuerte en el centro, al volver a abrirlas sentía como las burbujas acariciaban mis muslos yendo hacia el interior rozando mi miembro. Aquello era un infierno placentero. Tenía el cuerpo tenso, quería levantarme pero aquello eran las caricias más dulces que había recibido en años y una parte de mi cuerpo empezó a notarse demasiado. La misma risa de nuevo, el agua era trasparente y probablemente empezaba a notarse lo que me ocurría, si me levantaba sería obvio y si me quedaba hasta el final.... No sabía si aguantaría tanto.

Malditos chorros, el hombre a mi lado relajó más el cuerpo hundiéndose más, intenté hundirme pero eso solo cambiaba el lugar de impacto y no ayudaba. Miré hacia atrás, la retirada sería difícil, tenía que caminar por el centro del lugar y con el bañador pegado a la piel no ayudaría nada. Además no sabía cuanto tardaría en encontrar mi albornoz entre todos ellos. Me incliné llevándome las manos al rostro desesperado intentado buscar alguna escapatoria cuando uno chorro acertó completamente en mi diana, me estremecí y aparté mi trasero sintiendo una risa a mi lado. Giré el rostro y ese hombre tenía la mano cubriendo su sonrisa y sus ojos clavados en mi.

Huí, salí del agua rápidamente sin matarme y robé una toalla de la tumbona más cercana, la usé para fingir que secaba mi rostro mientras la dejaba caer tapando toda mi parte delantera. Por miedo a ser descubierto fui directo a la zona cerrada del club termal en dónde había duchas de contrastes, saunas y otras cosas. Abandoné la toalla y fui directo a la primera cabina, encerrado y tranquilo apreté el botón... fue una decisión... ambigua. Un golpe de agua fría me cubrió, maldije por la sorpresa y mis bolas intentaron meterse en mi cuerpo. Intenté escapar en un rincón, el agua iba de fría a hielo puro y ningún grado más. El lugar era pequeño por lo que la ducha alcanzaba todo el lugar, gruñía, maldije, quise salir pero me aguanté. Necesitaba unos segundos y eso se deshizo de mi problema. Al salir sentí como si me hubiese dando una paliza, alguno sonreía, me habían escuchado gritar y se habían quedado a ver quien era. Humillado y resignado miré las otras duchas, aroma terapia, color terapia. Las puertas de cristal que separaban las zonas se abrieron y él entró, su mirada recorrió el lugar hasta que me alzando. Fui a esconderme en otra ducha, esperé y vi una sombra al otro lado del cristal ahumado, vi una mano que se alzaba y creí que abriría la puerta. Mi pulso golpeaba contra mis costillas pero en vez de eso encendió la ducha.

¿Por que un balneario?Where stories live. Discover now