Parte Única

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Él camina despacito que las prisas no son buenas
En su brazo dobladita, con cuidado la chaqueta
Luego pasa por la calle dónde los chavales juegan
Él también quiso ser niño pero le pilló la guerra.

Yami caminaba tranquilamente por las calles de Domino.

Acaba de regresar tras un torneo de Duelo de Monstruos en una zona cercana al Monte Fuji. Había estado allí mínimo una semana, pues incluían a gran cantidad de duelistas de todo Japón; además, no era un evento de Kaiba Corp., por lo que no se desarrolló tan rápidamente.

El tricolor iba cabizbajo por la acera, no miraba a nada más que al suelo, con las manos en los bolsillos y la mente en otra parte.

Risas y reclamos de voces infantiles lo sorprendieron sin razón aparente, pero desvió la mirada a un parque por donde pasaba y no pudo evitar renunciar a una sonrisa al ver a un pequeño grupo de niños reunidos, observando con emoción a dos de ellos, dueleando con los viejos discos que se usaban en Ciudad Batallas.

Sinceramente, Yami se sorprendió cuando el primer recuerdo que le llegó a la cabeza, viendo esa escena, fue de él y Yugi, un par de años atrás, cuando aún era un espíritu residente del rompecabezas milenario y ambos se pasaban la noche jugando en la habitación mental de Yugi de vez en cuando.

A decir verdad, pensaría que lo primero en llegar de sus recuerdos serían él y Mana jugando en el salón de hechizos de Mahad.

Una risilla se le escapó al pensar en eso.

Quizás era porque extrañaba a su Aibou.

Últimamente, él y Yugi se habían distanciado un poco, muy a su pesar.

El pequeño -bueno, ya no tan pequeño- de grandes ojos amatistas estaba a punto de graduarse del instituto y Yami comprendía que las clases consumían​ su tiempos más de lo usual, así que trataba de no molestarlo.

Aunque, y a pesar de que no le gustara pensar en ello- Yami sospechaba que el hecho de que hubiese aceptado salir con Tea, poco después de quedarse tras el duelo ceremonial, tenía mucho que ver en ello.

Soldadito marinero conociste a una sirena
De esas que dicen te quiero si ven la cartera llena
Escogiste a la más guapa y a la menos buena
Sin saber cómo ha venido te ha cogido la tormenta

Yugi le había jurado que no le afectaba, que Tea ya no era para él más que una buena amiga, que hacía tiempo había dejado de verla con la ilusión de ser algo más y Yami no pudo encontrar nada de duda en sus palabras, por lo que cedió a las insinuaciones de la castaña.

Las palabras novio y novia nunca tuvieron cabida entre ellos mientras estaban juntos, aunque todos los veían así.

Y a pesar de que Yami no podía negar que disfrutaba de las atenciones femeninas, realmente se sentía más interesado en disfrutar del mundo actual que de su relación con Tea cada que salían.

Quizás por eso mismo las cosas no parecieron ir bien durante mucho tiempo.

Tea parecía esperar más de él. Honestamente no podía comprender qué era lo que ella quería.

La palabra amor no cruzaba por su cabeza al estar con ella.

Era un tema que nunca en su vida se había parado a pensar así que no comprendía muy bien a la chica cuando se le apegaba al brazo, o se arrecostaba en su pecho y lo miraba con ojos brillantes... esperando... anhelando un par de palabras.

Caminos que se cruzan al finalWhere stories live. Discover now