Mi Muerte

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 No podía explicarlo. Había algo que me llevaba a ese punto de querer morir, de querer desaparecer. Algo me decía que ya no tenía sentido mi vida, que estaría mejor muerta. No era un pensamiento tan errado tampoco.

 No era fácil. Había que ser muy valiente para hacer lo que yo pretendía.

 No. No había que ser valiente. Estaba siendo débil. Débil por no querer afrontar los problemas que tenía. Eso tampoco me ayudaba mucho que digamos.

 Miré por la ventana que daba hacia la calle. Hacía mucho frío. A la mañana había nevado, lo que dejó la entrada algo bloqueada. Odiaba la nieve, me recordaba mucho a mamá. Cuánto la extrañaba, parece como si hubieran pasado solo unos días cuando salíamos juntas a hacer muñecos de nieve o ángeles en el suelo. Parecía ayer que ella solía contarme cuentos para tranquilizarme cuando tenía miedo por los truenos. Perder a mi madre fue un desenlace crucial en mi vida, se fue cuando tenía diez años y quedé al cuidado de mi padre. Desde aquel momento todo cambió drásticamente.

Papá comenzó a tratarme mal, a ignorarme. Llegó a decirme que era la culpable por la muerte de mamá. ¿Qué culpa tenía yo de que un ebrio idiota la chocara en medio de la carretera? ¿Qué culpa tenía de que la ambulancia llegara una hora después de que ocurrió el accidente y ya no se pudiera hacer nada por ella? Las lágrimas caían a borbotones mientras recordaba todo aquello. La cara me ardía aunque estaba muerta de frío. Mi cuerpo entero estaba templando a causa de los nervios que tenía.

 Por un lado pienso ‘’Falta poco. Tengo 16. En dos años podré valerme por mí misma’’ ¿Pero cómo? No contaba con nadie, solo con Daphne. Le debía mucho a esa chica. ¿Dije ‘’chica’’? No, quise decir ‘’amiga’’, la mejor que se puede pedir. Me ayudo mucho en el instituto. Luego de la muerte de mi madre y con todo lo que ocurría con papá me volví ''fría'', por así decirlo. Mis amigas se fueron alejando y la gente empezó a ignorarme por completo.  Ni si quiera sabía por qué ella estaba a mi lado. Era hermosa, tenía más amigas y chicos a su alrededor de lo que jamás yo tendría, sin embargo ella seguía diciendo que yo era su mejor amiga, la de toda la vida. 

Me llegó un recuerdo. No era muy viejo sí doloroso. Es de hace un año, el primer día de clases. Michelm el chico molesto, el que se divertía con el sufrimiento de los demás. Yo era su punto débil todo el tiempo, me había acostumbrado, pero lo de ese día muy humillante. Iba caminando por el pasillo junto a Daphne cuando siento que una mano se posa en mi hombro, apretándome. Hizo que voltee y ahí estaba, Michel.

‘’-Hola idiota –dijo él

-Hola imbécil –contesté

-A mí me tratas bien, estúpida –Soltó y me empujó hacia la pared.

Logró llamar la atención de sus fans, los que eran como él, los que se regocijaban viendo cómo me humillaba. También estaban los que sentían lástima pero no se animaban a intervenir, por miedo seguramente. 

-¡Basta! Déjala –Gritó Daphne, ya enojada mientras me alejaba lo más posible de él –Dime, ¿qué te hizo?

-Existir –admitió con una carcajada

 

-Eres una mierda. No vales nada –escupió Daphne-. Vámonos –tomó mi brazo y me llevó al baño. Siempre que se presentaba una situación así me llevaba allí, para llorar.''

En fin. La cuestión es que estaba cansada, agotada. ¿Por qué tenía que soportar todo esto? ¿Quién dice que tengo que salir sí o sí adelante? ¿Quién hace las reglas? Nadie. Mi vida está en mis manos y sólo en mis manos.

 

La decisión está tomada

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