"Tarde te diste cuenta que hay cosas que se rompen en silencio y que son las que más duelen cuando la noche cae. Cuando, de pronto, las miradas se convierten en estrellas que palpitan al ritmo de un cielo caído. De un cielo vacío. Sin estrellas. Pero con la luz de las miradas de los soñadores, los enamorados y los solitarios. Comprendes que, no todo lo que brilla es oro, ni todo lo que vale tiene precio. Sino, más bien, hay amores que son luz y detalles que valen por todos los billetes que tienes en la billetera. Detalles, por ejemplo: estrecharle la mano a alguien que se ha caído, un buenas tarde con una sonrisa a alguien que ha tenido un pésimo día, o abrazar a quien está roto. Y te preguntas, ¿y quién vendrá a abrazarme a mí tantos cristales rotos? Y miras alrededor y no hay nadie, sino la misma soledad que te estrecha la mano y te da las buenas tardes. Entonces, con el paso de las decepciones y las traiciones, vas aprendiendo que estar solo es un triunfo que solo los ganadores se brindan a sí mismos. Y te abrazas. Abrazas tu soledad. Y lloras conjuntamente con ella. Ella te dice: no estoy aquí porque no tengas a nadie, estoy aquí porque vengo a consolarte, cariño."
