1─ Anécdota real y ficción literaria.

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Crónica, y no novela, prefirió el autor para el título. Aunque siempre ha defendido, aun tratándose de una de sus más fantasiosas invenciones, la estricta realidad de los sucesos que cuentan sus libros, nunca como ahora en esta última obra ha sido tan explícito e insistente. Se trata de una crónica y es consciente de las dos definiciones que del término da el diccionario las cuales se combinan elusivamente en su libro: ‹‹Historia en que se observa el orden de los tiempos›› y ‹‹Artículo periodístico sobre temas de actualidad››. Hará historia, aunque no conservara el orden de los tiempos y actuara como el periodista que recaba información aunque su tema no sea de actualidad, dado que desentierra un episodio ocurrido 27 años atrás en un pequeño pueblecito de la costa.

Esta petición de principios ha sido acompañada por la sociedad que rodeo la aparición del libro de la máxima expectativa: la nunca vista tirada inicial (un millón de ejemplares), la lectura casi pública sobre todos los sectores sociales, la reconstrucción periodística de los sucesos que sirven de base a la novela. Magazín al día, la nueva revista, comisiono a dos perspicaces periodistas, Julio Roca y Camilo Calderón, para que hicieran paralelamente al libro, la crónica del trágico episodio ocurrido el día 22 de enero de 1951, ‹‹el joven, de 22 años de edad, estudiante de tercero de medicina en la universidad y heredero de la mayor fortuna del pueblo, cayó abatido a machetazos, víctima inocente de un confuso lance de honor y sin saber a ciencia cierta porque moría››.

La crónica de los jóvenes periodistas construye el doble fantasmal de la crónica que escribió García Márquez: También ellos fueron al pueblo de los hechos, también ellos interrogaron a los testigos, también ellos reconstruyeron los sucesos, y luego cotejaron su información con la manejada por autor en la novela, estableciendo identidades y semejanzas pero, sobre todo, diferencias. Pues estas no solo delimitan el territorio de ambas pesquisas, sino que además fijan la frontera entre la crónica periodística y la literatura.

Escribiendo su crónica, García Márquez puedo haber repetido la frase Federico García Lorca justificando la que veía como una mutación de su estilo al redactar la casa de Bernarda Alba, a partir de un episodio de la vida pueblerina andaluza: ‹‹Realidad, realidad. Ni una gota de poesía››. Tal como paso en este ejemplo, los lectores de García Márquez no dejaran de percibir en su obra al Autor, que francamente asume, como en ninguna otra producción anterior; el papel de ‹‹Deus ex machina››. No meramente en esos artilugios del estilo que, como los similares de Borges, han pasado a ser la marca de fábrica que se ponen en el orillo de la tela y que su repetición ha dejado de maravillar como lo hicieran inicialmente (La moneda de oro que se tragó Santiago Nasar y es descubierta durante la autopsia; La raya que traza en la tierra el dedo de Bayardo San Román borracho atravesando el pueblo entero, etc...) sino sobre toda esa sutil distancia respecto a la realidad que también los periodistas dicen haber reconstruido. Los lectores que cotejen ambas crónicas convendrán que la otra de García Márquez no ofrece la desnuda, aséptica, objetiva enunciación de hechos ocurridos en la realidad, en un pueblo real, con seres reales, sino es otra cosa que es la literatura, ese tejido de palabras y de estratégicas organizaciones de la narración para transmitir un determinado significado, que sean cuales fueren sus fuentes, no es otra cosa que una invención del escritor. En el mejor de los casos, una lectura de la realidad; en el más común, una interpretación; en el más afinado, una invención de manera de la realidad, que vale tanto como decir un artificio. Un juego de palabras que nos fascina y engaña con sus pases de prestidigitación, sabiendo bien que no es magia, que no es realidad, pero que lo parece tal cual, porque es de la estofa de nuestros sueños, de nuestros deseos y nuestras culpas.

La investigación de los periodistas se sumara a las habituales múltiples declaraciones del autor; a sus respuestas a los previsibles y numerosos reportajes; A sus artículos de autoanálisis, componiendo lo que en retorica llamamos los paralipómena, ese cúmulo de materiales anexos que, a partir de los cien años de soledad, ha venido acompañado sus obras, rodeándolas, invadiéndolas, anegándolas en la interpretación. Es un bosque de palabras que bajo su confesado propósito explicativa, acarrea es subrepticio afán de todo bosque: esconder con azoro la ‹‹Rama Dorada›› que habrá el camino hacia el reino subterráneo. Digamos: demarcar el camino para después confundirlo; caer hacia la confesión y rehusarse repentinamente; proclamar la verdad sobre algo trivial; golpear la puerta del infierno para confirmar que hay no hay nada, ni nadie. Las vías maestras de estos vínculos sutiles llevan los pesados nombres de las diosas de la tropología clasica: Metáfora, Metonimia, Sinécdoque. Como las Parcas, también ellas tejen: construyen y destruyen el destino literario.

Con estas páginas yo también construyo mi crónica a la manera de una investigación, salvo que no pretendo predicar sobre la realidad del mundo, sino sobre esa otra deleitosa y trágica de la literatura. Trazando un sendero en el bosque de palabras.


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⏰ Last updated: Jan 29, 2018 ⏰

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Crónica de una muerte anunciada.Where stories live. Discover now