Susurros

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SeungHyun se quitó las zapatillas deportivas y dejó que el agua marina tocara sus pies. Creyó que estaría fría pero se equivocó, el mar estaba extrañamente tibio. Sujetando sus calzados en una mano, comenzó a caminar a paso lento por la orilla de la playa. A su derecha se erguían los enormes edificios de la ciudad de Busan mientras que a la izquierda los rayos del sol, como delgados hilos anaranjados, empezaban a surgir en el horizonte.

Hacía dos días que él y sus amigos habían llegado a Haeundae-gu para unas vacaciones. Era tan solo un pequeño respiro de una semana que venían planeando desde hace meses. Se suponía que los cuatro verían el amanecer juntos ese día pero ninguno de los otros chicos tuvo ánimos de levantarse cuando SeungHyun intentó despertarlos. Él no iba a desistir de su idea así que decidió ir solo hasta la playa, que quedaba a pocos minutos de donde ellos se alojaban.

Ahora únicamente su figura se movía en aquel paisaje. No había ni una sola persona más en aquel lugar... y eso le encantaba. Cerró los ojos y permitió que la brisa acariciara su rostro y cabellos, a la vez que el relajante sonido de las olas llenaba sus oídos. Pero el viento sopló más fuerte y acabó arrebatándole la gorra de su cabeza. Él la recuperó y volvió a colocársela.

-Ayúdame...

Sus párpados se abrieron de golpe y miró hacia todos lados. No había nadie alrededor. Frunció el entrecejo por un momento pero luego sacudió su cabeza. Debí haberlo imaginado, pensó y continuó su camino. La planta de su pie dio con un objeto mucho más duro que los granos de arena y dirigió su vista al suelo para ver de qué se trataba. Era una almeja. La levantó y la devolvió al mar. Notó que delante había muchas más, así que de vez en cuando se agachaba y lanzaba una de ellas hacia las olas. Estaba por levantar la quinta cuando algo lo detuvo.

-Por favor... ayúdame...

Otra vez lo había oído. Un susurro apenas pronunciado, tan bajo y tan suave que podría confundirse con el sonido del viento mismo. Pero no era el viento. Volvió a girar su cabeza en todas las direcciones pero no halló al dueño de la voz. Empezaba a alarmarse. Emprendió su caminata de nuevo, pero esta vez sintiéndose un poco tenso.

-Te lo ruego... no te vayas...

Para ese momento su corazón estaba empezando a acelerarse, y con los ojos alertas escaneó todo el lugar. El sonido de un chapoteo provocó que dirigiera la vista a un punto en particular y empalideció al ver de qué se trataba.

Dentro del mar, en una zona bastante profunda, algo se movía de forma frenética. Enseguida pudo distinguir una mano sacudiéndose fuera del agua. Alguien se estaba ahogando. SeungHyun dejó caer sus zapatillas y se zambulló, lanzándose en dirección a la persona. Braceó tan veloz como pudo y al llegar la sujetó por la espalda para nadar de regreso a la orilla.

-Calma, estarás bien -le decía tratando de darle tranquilidad.

Cuando la mayor parte de sus cuerpos dejó de estar sumergida en el agua, la persona empezó a toser sin parar, provocando que sus hombros se sacudieran. Se dio cuenta que era un chico y parecía menor que él. Aún tosiendo, el desconocido se dejó caer en la arena hasta que pudo recuperarse, si bien su respiración seguía agitada.

SeungHyun frunció el entrecejo al notar su atuendo. Vestía un traje de fiesta completamente blanco, pero lo más extraño era que llevaba los zapatos puestos. La tela mojada se le pegaba al cuerpo y las gotas de agua escurrían de todas partes, incluso de su negro cabello.

-¿Te sientes mejor? -le preguntó.

El desconocido volvió a toser unas dos veces más y paró.

-Sí... ya estoy bien -contestó en tono suave, y el otro supo que era su voz la que había oído anteriormente.

Finalmente el muchacho alzó la vista... y todo lo demás oscureció para SeungHyun. Sus ojos, su nariz, sus cejas, labios...era lo más hermoso que había visto nunca.

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