II

561 65 34
                                    



La habitación en la que se encontraba en esos momentos estaba completamente en penumbra, la única ventana que ventilaba el lugar era pequeña y daba a una calle poco transitada de la ciudad, de vez en cuando se podían apreciar las luces de los pocos vehículos que pasaban cerca, aquellas luminosidades que hacían danzar a las sombras sus macabros bailes.

Uraraka estaba sentada en una esquina del lugar mirando a la nada, las cuatro paredes de concreto sin arreglar le recordaban su nueva realidad, una en la que estaba muy lejos de su hogar y de todo aquello que consideraba bueno.

Las cadenas que sujetaban sus brazos a la pared estaban empezando a dejarle la carne en vida, hilillos de sangre comenzaban a bajar por sus brazos manchando la desaliñada ropa, el silencio se volvía cada vez más ensordecedor ¡Quería gritar! Pero el trapo sujetado entre sus dientes no le permitía ni morderse la lengua.

¿Debía seguir luchando?


El aspecto que tenía aquella nueva guarida secreta era bastante siniestro, no poseía ventanas que permitieran iluminación solar y las únicas dos puertas casi siempre se mantenían cerradas, Uraraka podía jurar que solo se abrían unas tres veces por semana para dejar entrar o salir a algún miembro de la liga de villanos.

La mayoría de aquellos criminales nunca le dirigían la palabra, a excepción de Twice y Kurogiri que siempre parecían dispuestos a ser un poco amables con ella, o quizás ese solo fuera el caso del primero, porque sin importar que tan poco expresivos pudieran ser los amarillentos ojos de Kurogiri Ochako podía jurar que la miraban siempre con lástima.

La aspirante a héroe que se había convertido en ratón de laboratorio.

Vestía un sencillo vestido blanco manchado en ciertas zonas con su propia sangre ya seca, mantenía descalza todo el tiempo, las partes visibles de sus extremidades estaban casi completamente cubiertas de vendajes que Twice la había puesto en un vago intento de hacerla sentir mejor, incluso su cabello caía largo por su espalda terminado en su cintura, el fleco lo mantenía casi siempre sobre la cara tratando de ocultarse de sí misma.

¿Debía seguir creyendo que la rescatarían?


Uraraka no recordaba plenamente la última vez que estuvo en una habitación de aspecto decente, quizás por eso el lugar al que Toga la había llevado la tenía tan deslumbrada como era posible en alguien que a veces no recordaba muy bien quién era o que había sido antes de terminar en manos de aquella liga.

El suelo estaba hecho de una madera fresca y brillante sobre la que Ochako se recostaba con felicidad, el contacto que producía aquel material contra su piel desnuda la llenaba de una sensación muy reconfortante.

Himiko por su parte se mantenía sentada en una silla plegable observando silenciosamente el comportamiento de su nueva adquisición. Shigaraki había decidido que era necesario conseguir a una chica más joven que Uraraka para continuar con los experimentos, por lo tanto le había dado vía libre a sus miembros más allegados de la liga para que dispusieran de Ochako como les viniera en gana.

Kurogiri no demostró interés alguno, Dabi apenas y presto atención, Twice propuso dejarla ir antes de ser completamente ignorado, Mr. Compress decidió mantenerse fuera del tema, Spinner pidió quedársela para disfrutar de la poca vitalidad que aun poseía en su maltratado cuerpo, pero termino con un cuchillo clavado en el brazo, cortesía de Himiko.

Si alguien iba a disfrutar ese dulce cuerpo antes de que terminara de apagarse iba a ser ella.

La sangre era exquisita, la piel suave y el rostro precioso de una señorita criada con mucho amor... Era exactamente el tipo de mujer que Toga degustaría hasta el cansancio.

Uraraka dejo de disfrutar el maravilloso suelo cuando aquella extraña se paró a su lado contemplando su desnudez una última vez, la tomo firme por la cintura y la obligo a ponerse de pie para guiarla hasta lo que parecía otra habitación.

¿Debía seguir resistiéndose a la oscuridad?


Las personas a su alrededor corrían despavoridas huyendo del desastre que ocasionaba, los pocos héroes que se habían hecho presentes hasta entonces yacían sin vida muy desperdigados por la zona. Ochako observaba todo el espectáculo desde la cima de una de las muchas montañas de escombros que se habían formado desde que Tomura ordeno liberar algunos Nomus en aquella ciudad tan pintoresca.

La suave brisa acariciaba sus hombros desnudos mientras el cuero del corset que llevaba puesto se comprimía contra su pecho delineándola preciosamente, los guantes negros llegaban hasta sus codos y mantenían descubiertos sus dedos para que pudiera utilizar libremente su Quirk. La falda de volantes apenas y cubría sus muslos mientras las botas de tacón llegaban hasta sus rodillas.

Todo el conjunto, del más puro color negro, terminaba de encajar con el collar que portaba bien sujeto al cuello, aunque más que un collar eso parecía una correa con dos letras doradas bien bordadas "T.H.".

Un nuevo héroe entraba en escena mandando a volar al primer Nomu que se había topado con una explosión muy potente, tanto así que Uraraka curvo sus labios escarlata en una dulce sonrisa que resultaba más siniestra que toda la situación en sí ¡Por fin había aparecido un buen rival! Uno que seguro agradaría a su señora enormemente.

Bakugou observo rápidamente los alrededores quedándose sin aliento al reconocer a la chica de cabello corto que le observaba fijamente desde aquel montículo...

Era Uraraka.

Pero muy contradictoriamente a su primer pensamiento una voz en su interior le dijo que aquella no era la misma cálida señorita que alguna vez compartió un salón de clases con él... No, esa mujer era otra, una completamente diferente a la que Ochako aspiraba convertirse al crecer.

Sus ojos eran demasiado turbios, su sonrisa demasiado tenebrosa y su presencia extravagantemente siniestra. Como una sombra corpórea capaz de deslizarse hasta tu alma para desvanecerla al toque.

Otra mujer apareció detrás de quién alguna vez deseo convertirse en héroe, su cabellera rubia caía desordenadamente por su espalda mientras sus brazos estaban manchados hasta los codos de sangre que goteaba fresca por donde pasara. Deslizo su mano sobre el cabello de Uraraka terminando en su rostro con una caricia morbosa, allí donde había tocado un rastro escarlata se había hecho presente.

Pero Uraraka ni se molestó por la sangre.

O porque quien la había acariciado era la responsable de haberla arrancado de su anterior vida.

Bakugou estaba estático, no entendía nada de lo que pasaba frente a sus narices. Himiko le dedicó una de sus psicópatas sonrisas mientras se retiraba lentamente del lado de Ochako, quién seguía observándola con un embeleso enfermizo.

– ¡Hace mucho que no nos veíamos! Incluso empezaba a extrañarte.

El rostro de Katsuki se crispo en señal de alerta cuando vio las intenciones que tenía Toga de acercarse a su persona, paseaba un cuchillo entre sus dedos mientras la sangre fresca de los héroes caídos continuaba goteando febrilmente de sus extremidades superiores.

– No me mires así ¿Te he hecho algo malo? – La simple pregunta provoco en Bakugou la más desbordante de las iras. Su furia parecía divertir en sobremanera a aquella demente – ¿No te gusta como se ve? Yo personalmente creo que luce más hermosa que nunca... O bueno, no tanto como cuando está cubierta de heridas y sangre – Se lamió los labios con sorna.

Las palmas de Katsuki empezaban a humear en lo que parecía una clara advertencia de que sus explosiones no serían inofensivas. Toga soltó una carcajada limpia y se pasó la mano por el fleco para descubrir su rostro, más sin embargo también lo dejo manchado de sangre.

– Hagas lo que hagas ella jamás será tuya. Ni siquiera recuerda quién era antes de caer en mis brazos... Ahora vive sola y únicamente para complacerme... Solo haz algo.

Él no dijo nada.

Ella sonrió victoriosa.

– Acéptalo.

AceptaloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora