Agoney se despertó encima de Raoul, lo que le pareció fantástico, maravilloso incluso. Estaba casi desnudo, lo que era una buena noticia también. Raoul emanaba calor y eso era una suerte, ya que el apartamento se había enfriado por la noche. Por desgracia los dos seguían llevando calzoncillos, así que cualquier cosa que pasara -de la que el canario no se acordaba- probablemente no había sido tan divertida como le habría gustado. Se quedó unos instantes admirando los abdominales del chico, sus brazos, su mandíbula y su todo en general. Agoney conocía a muchísima gente preciosa, pero había algo en las facciones de Raoul que lo llamaban a no apartar sus ojos de encima de él.
Mimi estaba acostada en el sofá con una manta por encima y Ricky tenía la cabeza debajo de la mesa de café. Se habría preocupado, pero lo cierto era que lo había visto en peores situaciones. Con mucho esfuerzo -y todavía más fuerza de voluntad- se separó de Raoul y se levantó. No había sido una buena idea, todo le estaba dando vueltas y estaba seguro de que iba a pasarse el resto del día en el sofá hartándose a comida basura y quejándose del dolor de cabeza que tenía. Dos de sus cosas favoritas en el mundo.
-Buenos días -dijo Ana alegremente. Estaba despierta y arreglada y...
-¿Estás lavando los platos? -preguntó el chico horrorizado.
Ana tuvo la decencia de parecer culpable.
-Bueno, estaba ahí y hay un montón -dijo- Tú y Mimi intentasteis hacer nachos anoche a partir de poner un montón de patatas en un plato y cubrirlas de lo primero que pillasteis. Yogur y olivas, principalmente. Después lo pusisteis al microondas. Si no empiezo a rascarlo ahora...
-Para. Por dios para -Agoney sentía que iba a vomitar en cualquier momento.
-Te dije que comerse los macarrones de hacía cuatro días no era una buena idea -dijo Ana y el canario podía ver la pequeña sonrisa que le apareció en el rostro, pero estaba demasiado cansado para protestar. En ese momento solo quería que dejara de mover los platos y hacer tanto ruido.
-Cuando te emborrachaste fui una buena persona. La próxima vez te voy a dibujar un pene en la cara y te tatuaré en el culo 'Propiedad de Mimi Doblas' -dijo el chico al ver que la sonrisa de Ana se acentuaba con cada quejido que él hacía.
La mandíbula de Ana se desencajó y perdió todo el color de golpe. Ahora mismo lamentaba no tener la cámara a mano, sería muy útil para futuros chantajes.
-Tú... no puedes hacer... ¡Agoney! -protestó Ana en el tono de voz más escandalizado que el chico había oído nunca, por lo que no pudo hacer otra cosa que echarse a reír delante de ella. La morena frunció el ceño antes de volver a hablar- Si no me dejas sola para que acabe de fregar los platos, te voy a describir a que huele el yogur después de haber estado en el microondas. Con muchos detalles, montones de detalles. De hecho, parece un plato lleno de mocos y...
-¡Para, para! –Gritó Agoney a la vez que se tapaba las orejas para no escuchar nada más- Tregua.
-Y después me dedicaré a aspirar. Muy ruidosamente.
-No tenemos aspirador.
-Yo sí –respondió la chica con evidente satisfacción.
Agoney suspiró. Respetaba mucho a la gente que era capaz de amenazarle de formas creativas, y Ana lo había conseguido. Además, era un alivio saber que la canaria no se iba a dejar pasar por encima por Mimi, ni por él, ni por nadie en general.
-No me atrevo a tocar nada de la cocina desde la última vez así que, ¿por qué no preparas café?
Era una idea excelente, así que el rubio no protestó y le hizo caso.
ESTÁS LEYENDO
Kiss and Tell
RomanceAgoney siempre besa a todo el mundo, adora hacerlo. El problema es que, a veces, sus planes no salen como quiere. O básicamente los niños de OT están en la universidad y no van a ninguna clase.