Capítulo único

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Félix suspiró ante el cansancio, se sentía terriblemente agitado después de aquella particular misión que les había sido asignada esa semana.

Desde la caída de Lepidóptero las cosas habían sido calmas, serenas y rutinarias hasta cierto punto; sin embargo, había ocasiones en las que la policía necesitaba de su intervención como súper héroes, y sus días se volvían una completa locura.

Las patrullas sonaron en toda la ciudad, alertando a los dos jóvenes que descansaban en la orilla de una banqueta cerca de Avenue Victor-Hugo; el aire era fresco como todas las tardes, las nubes avanzaban en una carrera interminable por el cielo al mismo tiempo en que Ladybug suspiraba irritada.

-He dicho "a discreción", ¿Acaso no soy lo suficientemente clara?-refunfuñó la chica de coletas antes de patear de nueva cuenta al tipo que se encontraba amarrado bajo su pie izquierdo.

-Lamento que tendrás que volver a llevarle tu encantador diccionario escolar al almirante.-comentó con una sonrisa ladeada el joven de cabello rubio platinado.- Parece que dos veces no basta para que entienda el significado de algunas palabras.

La de rojo cerró los ojos, inflando los mofletes con disgusto. Parecía que el almirante lo hacía a propósito, no tenía reparos para llamar la atención al detener a alguien, y eso hacía enojar muchísimo a Bridgette.

-¿Quieres bajar tu pie, mocosa malcriada?-se quejó el sujeto que recibía el pie de la joven de piel clara, ganándose una sonrisa macabra y llena de odio que lo hizo temblar cual caricatura animada.

Trinillo, que era como se hacía llamar el tipo detenido, había estado robando joyerías durante varios días y semanas, sacándoles canas verdes a unos cuantos hombres en la policía. Ladybug aún no entendía cómo es que un simple hombre les había causado tantos problemas, y aunque debería darle su merecido reconocimiento por ser tan ágil lo único que le daría a "Trinillo" sería una buena patada en la cara si volvía a abrir la boca. Por su causa, una gran cantidad de vidrios habían terminado rotos, e incluso unas cuantas macetas.

-¿Quieres conocer mi furia acaso?-le preguntó, por estar en aquella misión se había visto obligada a dejar para después la invitación de sus padres a la premier de una película que había estado esperando por más de un año, alegando que tenía muchísima tarea.

Chat Noir rió, pero se detuvo al ver al jefe de los patrulleros llegar con una gran fiesta de luces rojas y azules acompañándolo. Ese hombre no tenía ni el más mínimo sentido de la prudencia, era hosco y siempre intentaba llamar la atención a como diera lugar con tal de obtener un poco de reconocimiento por parte del alcalde.

Varios uniformados levantaron al golpeado Trinillo y lo esposaron, para finalmente llevarlo a una de las patrullas más cercanas y así poder trasladarlo al lugar indicado para que iniciara su juicio.

-Como siempre haciendo grandiosos trabajos, Ladybug.-comentó el corpulento hombre, apareciendo de pronto con una sonrisa prepotente decorando su rostro.

-Y Chat Noir...-dijo rodando los ojos, a veces detestaba tanto a ese hombre, y si no fuera porque sus padres le habían enseñado a ser una chica educada, aquel ya se hubiera llevado por goleada un gran repertorio de malas palabras.

-¡Oh, sí! ¡Chat Noir!-exclamó Roger, lamiendo las botas de la chica que lo hacía quedar como todo un hombre importante y responsable frente a su jefe supremo.

El joven de verde mirar apoyó su brazo sobre los hombros del pelirrojo hombre, asustándolo de inmediato. La fama del reconocido enmascarado no solo se debía a su magia, sino a su muy mala suerte; suerte que solo Ladybug contrarrestaba y a la cual era inmune.

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