~☂|Now that it's raining more than ever
Told you we still have each other
You can stand under my umbrella
You can stand under my umbrella...|☂~Umbrella-Rihanna
~☔~
Cuando la lluvia comenzó, no se preocupó demasiado. Había salido a recorrer las calles sin nada para protegerse, pues las solitarias gotas que empezaron a caer un rato después no estaban previstas.
Al principio eran tan pocas que no le importó el hecho de ni siquiera tener ropa abrigada. Iba sólo con sus jeans y una remera de mangas cortas, aunque ese día había sido más fresco de lo normal.
Ya que el sol aún se distinguía entre las escasas nubes y las gotas eran casi invisibles debido a su reducido tamaño, creyó, como hubiera creído cualquiera, que esa era solo una llovizna pasajera.
Qué equivocado estaba.
Se avesinaba una tormenta.
Cuando se dio cuenta de eso comenzó a correr, buscando la casa amiga más cercana; pero cuando llegó a ella las puertas estaban cerradas con llave, incluso parecía completamente vacía. Fue a la siguiente casa, y luego a la otra, y luego al resto de las casas, encontrando siempre el mismo escenario: el lugar cerrado y nadie que lo ayudara.
La lluvia era ya muy fuerte y él se encontraba completamente empapado. Siguió corriendo, cada vez con menos esperanzas, buscando alguien que lo ayudara, algún reparo en el que pudiera descansar. Pero las calles estaban desiertas, los vecinos habían puesto rejas para impedirle el acceso a cualquier pedacito de techo y las gotas, cada vez más abundantes, estaban tan frías que lastimaban su piel.
Se sintió abandonado.
Tiritaba, le dolía la cabeza y se encontraba mareado por la fatiga. Sus piernas flaquearon y cayó en medio de la calle. Levantó la cabeza luego de sentarse, notando que su vista estaba nublada. Cuando logró despejarla y mirar el cielo, se hundió en una profunda desesperanza: las nubes eran tan oscuras que casi parecía de noche y no quedaba ni el más pequeño rastro del sol.
Intentó abrazarse a sí mismo para calmar el frío que sentía, pero se detuvo cuando escuchó un chapoteo al levantar sus manos. Bajó la vista y se levantó demasiado rápido, ocasionando otro mareo, al tomar consciencia del nivel del agua. Estando de pie, vio como ésta se elevaba, llegando hasta sus rodillas.
La ciudad se estaba inundando.
Trató de huir, pero el agua, que ya iba por la mitad de sus muslos, le impedía correr.
Sus caderas ya estaban cubiertas. ¿Cuánto más podría subir el agua?
Abdomen. Empezó a costarle respirar.
Pecho. Estaba comenzando a desesperarse.
Cuando el agua cubrió su cabeza, el pánico lo invadió por completo: no sabía nadar.
Mientras daba brazadas desesperadas e intentaba flotar para tomar un poco de aire, comenzó a llorar; amargas lágrimas que no podían ya distinguirse de la lluvia. Lloraba por la impotencia que sentía al hundirse cada vez más a pesar de estar intentándolo todo para evitarlo; por la rabia que le producían aquellos a los que había considerado amigos, que lo habían abandonado a su suerte cuando más los necesitó; por el dolor que le ocasionaba el agua helada al golpear sin piedad contra su piel.
Se dió cuenta de que no sólo era lluvia lo que lo ahogaba, era también el nudo en su garganta, la angustia clavada en su pecho, y esa molesta voz en su cabeza que a cada segundo le costaba más ignorar, gritándole que de nada servirían sus esfuerzos, que ya dejará de pelear.
Finalmente se rindió.
El cansancio y el dolor pudieron con él. Dejó de mover sus extremidades y le permitió al agua arrastrarlo tanto como quisiera; incluso soltó el poco aire que conservaba en sus pulmones para no alargar el momento, resignado completamente a su fin.
Y justo cuando creía que ya no había salvación, justo cuando cerró los ojos, sintiéndose al borde de la inconsciencia y de la muerte, sintió una presión en su brazo, y luego algo que tiraba de él y lo sacaba a la superficie, permitiéndole respirar.
Estaba confundido. Seguía escuchando el chapoteo de las gotas, pero estas ya no lo golpeaban. Aclaró su vista y observo la escena completa.
Sonrió.
La lluvia no se había detenido, la ciudad seguía inundada, aún no sabía nadar, el agua estaba tan fría como antes y el sol no daba señales de querer salir pronto. Tal vez cualquiera que lo viera desde afuera creería que el panorama no había cambiado en absoluto.
Pero no era así.
Algo había cambiado.
Y ese pequeño cambio lo llenó de esperanza.
Porque ahora la ciudad no estaba tan desierta y la soledad no era tan agobiante. Porque ahora había una persona. Una sola, pero que lograba ser más que suficiente. Porque esa persona estaba sosteniendo su brazo, ayudándolo a flotar.
Porque esa persona había puesto un paraguas sobre su cabeza.
~🌂~
¡Hola, soy Key!
No sé bien cómo describir lo que vas a encontrar acá 😅😅😅
Van a predominar relatos cortos y realistas, aunque me gusta complicar las cosas y siempre termino metiendo metáforas y volviendo los textos un poquito reflexivos😂
Pero en fin, esta especie de "blog" es un espacio bastante libre para mí así que puede que hayan excepciones. Simplemente voy a ir publicando lo que me surja.
¡Gracias por leer y darle una oportunidad a esta aficionada!
Bye~
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Divagues
Short StoryRelatos cortos, pensamientos, reflexiones, notas o cualquier idea que se me pase por la cabeza. En fin, divagues.