Capítulo 3

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Me encontraba cenando sola, como de costumbre, hasta que Adam ingresó a la cocina con una sonrisa, antes de comenzar a inspeccionar toda la heladera, en busca de alimentos.

—Tendríamos que ir al supermercado —murmuró notando cuán vacía estaba.

Él se sentó frente a mí, y luego de unos minutos terminé por cederle mi plato de comida, ya que de todas formas, se lo estaba devorando.

Bebí un sorbo de mi agua, y al ver los orbes azules de mi hermano, iguales a los míos, me animé a hablar sobre lo que había querido preguntarle desde que volví, y lo que rondaba mi cabeza los últimos días.

— ¿Qué pasó con la casa en la que vivíamos? —dije refiriéndome a donde solíamos vivir antes de que sucediera el accidente con mi madre.

—Sigue intacta. Hace meses que no voy porque todo sigue tan igual que me trae demasiados recuerdos.

— ¿Y este departamento cómo lo conseguiste? —cuestioné refiriéndome a donde estábamos viviendo.

—Edgar me lo dio como regalo hace dos años. Soy lo suficientemente grande como para vivir solo y necesito mi espacio, según sus palabras, pero creo que más bien él quería su espacio lejos de mí —respondió con una risa sarcástica y rodando los ojos mientras dirigía la comida hasta que se perdiera en el interior de su boca—. Desde que mamá se fue que la relación se quebró y ya no nos soportamos. Mamá ya no estaba, vos tampoco, este departamento me lo dio para deshacerse de mí —explicó de forma cortante, lo cual no me extrañaba. Hacía semanas que usaba aquel tono frío a la hora de referirse a nuestro padre— ¿No hablaste con él?

Negué con la cabeza y dirigí mi mirada a mis manos. Me avergonzaba que mi padre no quisiera tener contacto conmigo, y más que nada dolía.

—Lo llamé miles de veces y no respondió.

—No me sorprende.

— ¿Cómo hacés? —cuestioné sin lograr entenderlo.

— ¿Qué cosa?

—Para que no te afecte. Es nuestro padre y nos ignora.

—Es porque no quiero ni necesito su atención. Cuanto más lejos esté, mejor es mi vida —declaró con frialdad.

—Ojala pudiera pensar igual, pero no puedo. Me duele que no quiera saber nada de mí. Nunca me visitó, ni me llamó mientras estaba en París. Y... hay veces que pienso...—titubeé, no queriendo terminar la frase porque aquel pensamiento me parecía tan cruel que siempre intentaba reprimirlo.

—Pensás que hubiera sido mejor si él hubiera muerto en lugar de mamá —finalizó por mí, dejando de lado la comida, como si ninguno de los dos continuara teniendo hambre, ya que aquel tema de conversación nos quitaba el apetito. Asentí con la cabeza—. Yo también lo pienso. Desde hace meses.

—Me hace sentir mal ese pensamiento.

—Sí, sé a qué te referís. Yo lo odio, pero hay una parte de mí que todavía recuerda cuando era un buen padre. Cuando nos llevaba a pasear, a almorzar. Cuando éramos una familia feliz.

Asentí una vez más mientras las lágrimas resbalaban por mis mejillas, humedeciéndolas, y se perdían en la curva de mi cuello.

—Todo era tan simple cuando lo único que tenían era a nosotros. Cuando no existían esas cantidades inmensurables de dinero.

—Nunca hagamos lo que ellos hicieron. Nunca nos perdamos a nosotros mismos por dinero —pidió mirándome a los ojos. Antes de acercarse y abrazarme, siendo, al igual que siempre, quien me fortalecía en toda la tristeza.


Acá está el tercer capítulo. Espero lo disfruten.

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Con amor, Sabrina♥

P.d. Gracias a SofiaVillegas768 por sus votos. De verdad los aprecio.

Rosas para Alisson | COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora