Una canción para ti

Parte única

Una canción para ti

"Estas son todas mis palabras en papel.

Sentimientos que no pueden esperar para después.

Esta es mi canción para ti".

My song for you, Carlos Pena.

Jiyong le devolvió el micrófono al camarero y regresó a su asiento en la tienda de café, mientras las personas en las mesas le aplaudían animadamente por la carismática actuación. Una vez más su canción en el Sunny's Cofee durante la hora del karaoke era la más celebrada. Uno esperaría ver a Jiyong regresar a su mesa con una enorme sonrisa en el rostro y la mirada satisfecha, pero contrariamente el rubio caminaba con expresión frustrada y hombros caídos, y al llegar a su mesa en la esquina se dejó caer en la silla con una mueca de disgusto pintada en los labios.

—Él ni siquiera levantó la mirada hacia mí— murmuró en un suspiro lleno de decepción.

Sus amigos, Seungri y Youngbae sentados frente a él, dejaron los batidos a un lado y le miraron comprensivos.

—No te desanimes, Ji. Tal vez tienes que intentar con otra canción el próximo viernes— sugirió el más bajito, un chico moreno con la cabeza cubierta de un trenzado estilo afro.

—Me dijiste lo mismo el viernes pasado, Youngbae... y el anterior, y el anterior, y el anterior...

—De acuerdo, lo siento, ya no sé qué decirte— contestó el aludido con una mirada de disculpa mientras recuperaba su batido y lo guiaba hacia su boca—. ¿Por qué no te acercas y le pides su número, y ya?

—¡No! No puedo hacer eso— negó con la cabeza en total resistencia.

—Vamos hyung, pareces una puberta virgen— se burló Seungri, el pelinegro de cabellos revueltos, logrando una carcajada en Youngbae. Seungri era el maknae entre los tres, y se había ganado el apodo cariñoso de "panda" gracias a las visibles ojeras naturales que le daban el aspecto constante de haber dormido poco—. Mi prima de doce es más atrevida.

—¡No soy virgen!— objetó quizás demasiado fuerte y se hundió en su asiento al percibir miradas sobre él. Recordó que estaban rodeados de otros estudiantes de su universidad y se sonrojó, así que abrió el enorme menú y se escondió tras él mientras fingía leerlo—. Y por cierto, tu pobre prima pasa demasiado tiempo contigo. Si tu tía supiera la mala influencia que eres no la dejaría a tu cuidado— medio gruñó hacia Seungri, pero éste sólo se encogió de hombros al tiempo que sorbía ruidosamente del batido.

—Nadie se ha quejado de mi trabajo como niñero hasta ahora— sorbió lo último que quedaba del vaso y lo dejó en la mesa—. Pero ya en serio, si quieres puedo pedirle el número al tipo por ti hyung. Comienzas a verte lamentable.

—O simplemente olvídalo, bro— agregó Youngbae—. Hay tantos tipos babeando por ti en la universidad, ¿por qué te obsesionas con el único que no te registra?

El maknae asintió en acuerdo y Jiyong se mordió los labios frustrado.

—Es el único que me gusta— murmuró.

Dejó el menú a un lado y apoyó un codo en la mesa para luego recargar la mejilla derecha sobre su mano abierta. Sus ojos del color de la avellana se desplazaron de forma automática hacia la mesa en la esquina opuesta. Había cuatro sillas pero sólo una estaba ocupada, y era así cada viernes. Aquel hombre alto y apuesto acostumbraba llegar al café alrededor de las 18.00 hs., se ubicaba en la misma mesa de la esquina en el fondo donde el bullicio disminuía, pedía un café con la conocida seña y sacaba un libro que leía mientras esperaba el pedido. A veces sólo leía, o a veces sacaba una notebook del maletín y tecleaba con rapidez quien sabe qué. Cuando llegaban las 19.30 el hombre pedía la cuenta y se retiraba. Al menos así había sido desde que Jiyong y sus amigos descubrieron esa tienda a tres manzanas de la universidad, dos meses atrás.