Cap 4

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Mientras doy vueltas a mi celular en la mano derecha, pienso en si debo llamar a Oriana o no. Me siento estúpido. Soltando un suspiro, marco su número, casi seguro de que ella desviará todas mis llamadas. Y si eso sucede, aparte de desear con toda mi alma tener la oportunidad de meterla a un calabozo y azotarla, prohibirle correrse y llevarle al límite tantas veces que se retuerza y llore de necesidad—claramente no es una de las mejores visiones ahora, porque mi miembro se está poniendo rígido—, me pondré furioso.

Un tono, dos, tres...

Cuando estoy por colgar, contesta. Sonrío al escucharla.

-Hola-dice, con voz patosa, ¿Estaba durmiendo ya a esta hora?-.

-Hola, Oriana. Soy Julian, lamento haberte despertado-contesto, ella suspira-.

-No estaba durmiendo, Julian de Pointe du Lac-suelta una risa, frunzo el ceño-.

-No sé si sentirme perturbado porque estés bromeando conmigo o porque me confundes por un vampiro asexual-digo, ella ríe. Me gusta su risa, y en absoluto soy asexual, lo puedo jurar-.

-Creo que deberías sentirte perturbado por ambas razones.

Ahora soy yo el que ríe. Bien, no lo eches a perder ahora, di lo correcto, sedúcela. Tiene que presentar pronto la rendición, por lo menos para disfrutar de ella hasta el verano. Para descubrir si es capaz...

-Oye, quiero disculparme de nuevo por lo de La Danza de la Muerte...

-Ya se me pasó, pero sigues siendo un idiota-me interrumpe, volteo los ojos. Qué complicada-.

Frunzo los labios, no me gusta que me trate así. Definitivamente tengo mucho que corregir en ella. Será un desafío. Bueno, toda ella es un desafío.

-De todos modos, ¿Por qué te gusta Stephen King?-inquiero, medio en broma, medio en serio. Oriana suspira-.

-¿Se supone que tengo que leer a Jane Austen o Shakespeare? Lamento decepcionarte, Pointe du Lac, pero me gusta el terror-esbozo una sonrisa, porque de verdad me lo esperaba-.

-¿Orgullo y Prejuicio en la adolescencia?-inquiero-.

-Tal vez-del otro lado escucho como roza la tela, y gruñe por lo bajo-Veo que pudiste apuntar mi número a la velocidad de la luz-señala, con tono cansado-¿Qué puedo hacer por ti?-inquiere, con falsa amabilidad-.

Tu sumisión. No... bueno, sí. Pero para empezar pórtate bien, sé una chica buena, y deja de ser tan difícil y frustrante. Dame el control, déjame poseerte, mostrarte el mundo según mis ojos. Puedo enseñarte muchas cosas, además del dolor-placer.

Tengo visiones de tu cuerpo ahora mismo, mientras deslizo hielo por tu abdomen. Tu piel se eriza, sueltas unos dulces jadeos...

-Estudiar-digo, luego de unos segundos, todo mi cuerpo está tenso y mi sangre se concentra en el sur ¿Desde cuándo sueño despierto?-.

-Eso dice V-contesta, con el tono cansado de hace un rato-¿Tengo que necesariamente estudiar? ¿No puedo simplemente chasquear los dedos y tener mi título?-volteo los ojos, es una vaga total, por Dios-.

Apoyo la barbilla en la mano libre. Antes de decirle todo lo que pienso sobre ella y lo que tengo ganas de hacerle, armo una oración coherente.

-¿Vas a estudiar conmigo? Quiero decir, ¿Dejarás que te ayude?-Oriana resopla, y vuelvo a escuchar el sonido de la tela-.

-¿Si lo hago dejarás de arruinar mis libros?-sonrío-.

-Lo pensaré, ¿Tu casa o la mía?-inquiero, y en mi voz hay ansiedad-.

-La biblioteca. No te conozco, ¿Qué pasa si eres en realidad un vampiro asexual que quiere beber mi sangre hasta la última gota?-dice, divertida-.

Son otros fluidos los que me interesan, Oriana... Y no soy asexual. Niego con la cabeza, es tan cambiante. Primero está enojada, luego bromea, después hace berrinches y vuelve a bromear. Por lo menos, aparentemente ha aceptado mi ayuda. Aunque me muero de curiosidad por conocer su lugar.

-Bueno, tendrías una excusa para no ir a la universidad -ella suelta una risita-¿Eso es un sí?

-Supongo. Espero que seas útil, quiero decir, tu lengua va a contarme como son las células, qué son los epiteliales, y esas cosas.

Mi lengua puede ser más útil en cierta parte de tu cuerpo.

-Genial, ¿Mañana luego de clases?-sugiero, ella resopla-.

-Está bien, pero tienes que invitarme un café. Me lo debes-contesta, notablemente divertida. Créeme, nena, no será divertido para ti cuando no deje que te corras-.

-Hecho-se despide y cuelga-.

A partir de ahora tengo que hacer bien las cosas, enredarla, seducirla. Tengo que tenerla. Tiene que ser mía. Tiene que firmar el contrato ni bien lo ponga frente a ella. Tiene que pertenecerme en cuerpo, corazón, espíritu y mente.

Quiero ser el hombre que la proteja y posea.

MasterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora