Era un nuevo día, común como cualquier otro; el cielo era coloreado por un tono grisáceo el cual se tornaba cada vez más oscuro debido a las inmensas nubes que cubrían el sosiego de los cálidos rayos dorados del sol que apenas iluminaban el camino. La humedad reinaba en el vecindario, era más que evidente que llovería en cuestión de minutos.
Me dirigí hacia la ventana de mi habitación y con una tenue sonrisa miré en dirección hacia el enorme cielo que cubría el lugar con fiereza.
- "Adoro este clima"- pensé mientras caminaba en dirección opuesta al ventanal y me disponía a intentar arreglarme para la universidad.
A pesar de que una nueva etapa de mi vida estaba empezando, los nervios y la ansiedad típica de los nuevos inicios parecían haberse esfumado por completo; todo a mi alrededor parece ser solo una cruel monotonía que atormenta y carcome poco a poco mi ser. Sin embargo no gasté un segundo más en prepararme para la ocasión. Prendas simples y cómodas adornaban mi cuerpo, siendo el color violeta el mas predominante de todos incrustado en una sudadera larga y acolchonada; un par de tenis comodos y un simple pantalón negro eran el complemento final. Realmente no me preocupaba mucho mi aspecto, pues era bastante común que pasase desapercibida entre la gente que me rodeaba.- "Casi como un fantasma" – pensé mientras salía de mi habitación y bajaba por las escaleras con paso lento y silencioso, una costumbre que desarrolle desde pequeña, hasta llegar a la sala principal.
La oscuridad y el silencio reinaban en el lugar por lo que intuí al instante que me encontraba sola, de nuevo.
Sin perder más tiempo me dirigí al baño principal de la casa. Una tenue luz alumbraba aquellas botellas de champú vacías. Cepillé un poco mi cabello al igual que mis dientes y me dirigí rápidamente a la cocina.
Tomé una manzana que había escondido tras el microondas y la corté en pequeños gajos; era algo sumamente sencillo para ser mi almuerzo de hoy. Me dispuse a salir de la casa sin siquiera preocuparme de mi desayuno, de cualquier modo, sabía que dentro del refrigerador solo habría latas y botellas a medio beber de cerveza y restos de comida que ni dios mismo sabría cuánto tiempo llevaban ahí metidos.
Aún era temprano, por lo que desvié mi camino hacia la tienda más cercana para comprar algo que disminuyera la creciente hambre que yacía en mi interior.
Entré silenciosamente en la tienda y con una ojeada rápida dirigí mi visión hacia unas galletas de chocolate, con pocos ánimos me acerqué lo suficiente para tomarlas y pagar por ellas.
- Disculpe, ¿Cuánto sería por esto? – Dije con desdén mientras buscaba mi dinero en los bolsillos del pantalón.
-Hmm- murmuro la mujer frente a mi removiéndose lentamente, parecía que la había despertado. -Serían quince pesos por favor. – asentí, apresurandome a contar mi dinero.
Cada vez tenía menos y sabía que más tarde que temprano mi estomago se enfurecía conmigo y cobraría una fuerte factura por ello.Cuando alcé la vista para entregar el dinero me encontré con la dulce mirada iluminada de la mujer que yacía frente a mí, a su vez, una creciente y amable sonrisa se posaba en sus dulces y delicados labios para después pronunciar con euforia sus siguientes palabras.
- ¡Por todos los cielos, pero si es la pequeña Yume! Bueno, ahora no tan pequeña. - Soltó una ligera carcajada. -Cuanto a pasado el tiempo, recuerdo que hace un par de años venías corriendo después de la escuela acompañada por tu padre para comprar... Mm... Cielos, olvide lo que comprabas jajaja.- Dijo con pena en su voz.
-Eran unas paletas en forma de estrella, lo recuerdo bien porque aquí era el único lugar de la colonia en el que las vendían. – Dije finalmente apartando la mirada, escondiendo con ayuda de mi cabello aquellas grandes y oscura ojeras que cubrían mis cansados ojos.
- En efecto, a pasado mucho tiempo desde que la vi señora Daniela.
Con la misma euforia continuó sonriendo y observó detenidamente el llavero de mi mochila. – Oh vaya, ¿La Universidad Norte eh? No pierdas más el tiempo y apresúrate pequeña, estoy segura de que es tu primer día ¿Verdad?
Asentí con una sonrisa, ciertamente muchas cosas habían cambiado desde la última vez que había pisado esa tienda, pero parecía que el tiempo no se atrevía a tocar ni un solo estante de dicho lugar, pues todo se encontraba exactamente como lo recordaba. Después de una breve y ultima ojeada por la tienda me despedí de la amistosa mujer y seguí mi camino.
Comencé a caminar cada vez más rápido, tenía que asegurarme de encontrar mi salón a tiempo y seleccionar el mejor asiento, puede que entrar a socializar y estudiar no sea mi mayor motivación, pero un buen asiento en el semestre aligeraría las cosas. Sin darme cuenta estaba a pocas calles de llegar a mi destino hasta que un ruido extraño se posicionó en mi oído derecho, giré mi cabeza y me encontré con un auto que venía en mi dirección a toda velocidad.
Todo pasaba con suma rapidez, ni siquiera tuve tiempo de reaccionar para moverme hacia otro lado por el creciente miedo que rápidamente se apoderaba de mi cuerpo, dejándome paralizada al instante.
Inconscientemente cerré los ojos esperando lo peor.
Así fue cuando un fuerte golpe sobre mi espalda y la parte inferior de mi cabeza se dispersaba apresuradamente.
Al abrir los ojos, algo temerosa por la situación, me di cuenta de que me encontraba tendida en la acera de la calle, el auto ya no se encontraba ahí, ¿Pero qué carajos había pasado? ¿Fue una alucinación por la falta de comida? ¿O a caso sería por la falta de sueño?
Mis preguntas habrían continuado de no ser por la voz grave de un joven que se encontraba a mi lado.- Agh detesto a los estúpidos conductores tan jodidamente idiotas como ese, ¿Te encuentras bien? – dijo raspando su garganta y con la mirada en dirección a donde quizá el carro se había ido. – Perdóname por haberte empujado así, pero no supe que más hacer. – Rascó su mejilla, realmente se veía arrepentido.
"¿Él realmente me había visto? ¿A mí?".- Pensé confundida mientras observaba como su mano se extendía en mi dirección acompañada de una ladina sonrisa. Juro que en toda mi vida nunca había apreciado una sonrisa tan hermosa como la de este chico.
Tras unos segundos atónita me dispuse a tomar su mano, "Es cálida".- Pensé mientras me levantaba del suelo con su ayuda.
- Me alegro de que estes bien, me encantaría quedarme y conversar bombón pero tengo un par de cosas pendientes. Así que te veré después dulzura- exclamó con una sonrisa ancha guiñándome un ojo.
Ni siquiera pude prestar atención a sus palabras cuando me di cuenta de que aquel carismático muchacho ya no se encontraba frente a mí. Miré una vez más mi mano, aun podía sentir la calidez que desprendía su mano sobre la mía. En comparación conmigo sus manos eran grandes y un poco rasposas y cálidas. Un extraño sentimiento se encendía en mi interior cual fuego abrazador al recordar sus elogios y su atractivo físico.
¡Joder pero que increíble inicio de clases!
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𝘾𝙝𝙖𝙣𝙘𝙚
ChickLitLa historia se centra en Yume Cannary, una joven estudiante de universidad quien, junto a su hermana menor Ashley, se ven envueltas en un atroz accidente por el cual Yume se embarca en una serie de distintas desventuras con el único fin de olvidar...