Si pudiera volver a escuchar su risa, la guardaría para dejarla sonar cuando el silencio cruce mi soledad.
Si pudiera sentir de nuevo el calor de su piel, lo guardaría para calentar mis noches frías.
Si pudiera saborear el sabor de sus labios, lo guardaría como un avaro guarda un valioso tesoro.
Cada día le daría una probadita y así lo tendría hasta el fin de mis días.