He llegado a pensar que los deseos se cumplen a media de las personas que los piden, algunas veces se convierten en bendiciones del cielo otras en trajedias dignas de los griegos.
Está historia que te narrare no sé si sea una u otra dejo así pues a tu criterio colocarla en un u otro concepto.Bueno pues todo comenzó cuando yo apenas era un adolescente y vivía en un pueblo al sur de Budapest ya han pasado demasiado años los suficientes como para no recordar con exactitud la fecha y algunos detalles.
Me llamo Alexander Constantin Villalobos mis ancestros provienen de España y con exactitud no podría decirte porque se acentaron en el pueblo de bonanza, pues así es el nombre de mi pueblo natal y de dónde proviene la historia que te contaré, bueno vallamos al grano ya que que soy viejo y suelo divagar y seguro tu quieres saber de qué va esto.Vivía en bonanza desde que nací hasta la adolescencia a los 15 fui a Budapest a estudiar porque en bonanza no había un instituto, vivía con mi tío Ernest, los fines de semana y en vacaciones viajaba a bonanza y ayudaba a mis padres en el negocio familiar, mi padre era un carpintero y un herrero así que por lo tanto siempre estaba ocupado, mi hermano menos Arthur le ayudaba en tiempos libres con los trabajos de carpintería era para su corta edad un maestro en el arte del tallado de madera, llegó a convertirse en un gran ebanista.
Por aquellos tiempos le ayudaba a mi padre con el trabajo de herrero,al principio no lo había notado inclusive me pareció normal, pero conforme pasó el tiempo me causo bastante inquietud y administración. Todas las mañanas antes de las 10 pasaba un anciano con semblante cansado,estaba algo encorvado, sus pasos lentos pero seguros, llevaba siempre consigo un viejo valde de madera a decir verdad parecía una persona normal, Salvo que hacía un recorrido bastante largo asta el lago vivek o como nosotros los llamábamos el lago de la dama, el anciano caminaba una gran distancia solo para recojer algo de agua en el viejo valde y volver a su casa,me parecía algo absurdo pues en el pueblo había agua potable y algunos pozos de agua.
Cierta mañána le pregunté a mi padre quien era ese anciano tan loco, el dejo el martillo me miró con cara severa y una mirada inquisitiva, se quedó en silencio mirándome y después de un tiempo que me pareció bastante largo me respondió, el es el amante de la dama.