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Observaba con detenimiento el cuadro que colgaba en la pared de su  habitación, como ha hecho desde que lo adquirió. Lo observaba cuando estaba muy estresado o sobrecargado, buscando la tranquilidad que le transmitía el mismo. Este día no era la excepción, lo observaba con el mismo interés de siempre hasta que notó algo extraño. Alrededor del cuadro estaba húmedo, pero no le dió mucha importancia ya que en ese instante llamaron a la puerta. Se asombró cuando abrió la puerta y vio a su mejor amigo.

– ¡Hola! ¿Qué haces aquí? – quiso saber debido a que su querido amigo se había mudado a otro país hace un año atrás.

– ¡Hola! Volví, me gusta la vida aquí. – le respondió su amigo.

– Entiendo, ¿quieres ir a comer algo? – le preguntó , a lo que su amigo respondió con un sí.

Salieron de la casa y se encaminaron a una cafetería que había cerca. Platicaron, comieron y al final, su amigo tuvo que irse porque había quedado con su novia. En todo el tiempo que pasó con su amigo, no podía dejar de pensar en aquel cuadro. Caminaba ensimismado en sus pensamientos, como siempre que se dirigía a su casa. Al llegar, notó algo extraño en el ambiente. El lugar que antes le transmitía paz y tranquilidad ahora le provocaba escalofríos.

– Rayos... – susurró para sí mismo mientras subía las escaleras hacia su  habitación.

Al abrir la puerta de su habitación se encontró con que todo estaba exactamente igual que cuando salió, por lo que se tranquilizó y decidió ir a bañarse. Ya se encontraba despojándose de su ropa cuando escucha el sonido del grifo abierto. Mira hacia la bañera y observa como ésta se va llenando poco a poco. Lo cierra rápidamente y se le eriza la piel. Se recuesta del lavamanos y se mira fijamente en el espejo.

– Señor... ¿Qué rayos pasa aquí? – se pregunta a sí mismo.

Termina de desvestirse y se baña rápidamente. Cuando se pone la pijama, sale a su habitación. Se quedó inmóvil cuando vió que su habitación estaba llena de agua. Observó todo detenidamente hasta que su mirada fue atrapada por aquel cuadro que estaba colgado en la pared. Aquella obra de arte que le brindaba tranquilidad, ahora botaba pequeños chorros de agua. Corrió hacia el cuadro e intentó sacarlo de donde estaba pero le era inútil, el cuadro no quería despegarse de la pared. El agua ya le llegaba a la cintura, por lo que decidió salir a pedir ayuda, pero cuando abrió la puerta de su habitación un fuerte chorro de agua lo embistió e hizo que su cabeza impactara contra algo sólido, quizás una pared. Y así, de un momento a otro  perdió el conocimiento.

As Above And So BelowDonde viven las historias. Descúbrelo ahora