Amor no correspondido

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La esbelta figura que caminaba silenciosamente por los pasillos del castillo se movía muy despacio, como si así encontrara tranquilidad para su atormentado corazón. Mientras caminaba, jugaba con una flor entre sus dedos buscando en su mente las palabras adecuadas que lograran expresar adecuadamente la profundidad y seriedad de sus sentimientos.
Había dejado de ser una niña hacía mucho tiempo, pero su fidelidad y afecto permanecían intactos y reservados para la persona más importante en su vida: Sesshoumaru.
Rin estaba acostumbrada a estar sola esperando por un amo silencioso y esporádico, Sesshoumaru siempre viajaba dejando el castillo por días a veces hasta semanas. Ella había dejado de acompañarlo en sus viajes de forma espontánea y por decisión propia y motivada por el descubrimiento de sus sentimientos románticos hacia su amo.

Ahora cuando el príncipe youkai emprendía sus viajes, Rin se contentaba con verlo partir desde su ventana con un suspiro atragantado en su garganta y deseando que no se demorara mucho.
No conocía más vida que la que tenía junto a Sesshoumaru y la verdad no deseaba que eso cambiara, lo único que tenía sentido para ella era estar junto a él, porque se habia dado cuenta que lo amaba.
Ese día se sentía especialmente abrumada por aquellos sentimientos. La necesidad de declarar lo que su corazón sentía se había vuelto una necesidad en los últimos días, tenía que hacerlo si quería tener paz.

Sesshoumaru tenía varios días de ausencia y Rin estaba decidida a decirle que lo amaba en cuanto regresara al castillo. Sabía muy bien que se arriesgaba a ser rechazada y su nana le había suplicado que desistiera de esa idea alegando que Sesshoumaru no mostraba ningún interés por tener una compañera. Aún cuando la razón por la que el príncipe mantenía a Rin a su lado seguía siendo un misterio, Sukime sabía que el príncipe seguía considerando a los humanos despreciables e inferiores.

Después de muchas discusiones y motivada por las súplicas de su nana Rin había prometido no desmoronarse si una vez declarado su amor el príncipe la rechazaba. Deteniéndose en su paseo Rin recordó las palabras de su nana tratando de persuadirla de lo que la vieja youkai calificaba como un capricho. Lo que Rin no sabía es que Sukime tenía la certeza de que Sesshoumaru desecharía aquella declaración de amor pura y sincera como al más insignificante de los mounstros y quería evitarle el dolor y la humillación pero una de las cualidades de Rin era su perseverancia y lo único que quedaba era esperar que ella lo tomara con ecuanimidad y que el tiempo le sanara aquella herida.

Dos días antes...
Rin y Sukime estaban cenando y ese día tal como los últimos, la youkai trataba de persuadirla que no le dijera al príncipe que lo amaba.

“Sukinana no es un capricho yo lo amo...
“Pero mi niña no conoces a nadie más, siempre lo has admirado y respetado no confundas esos sentimientos!
“No estoy confundida, además no quiero conocer a nadie más, me gusta él.
“Rin ya sabes lo que piensa el príncipe de los humanos no quiero que te humille, eres como la hija que nunca tuve!"

Rin le sonrió tiernamente, ninguno de los sirvientes era grosero con ella pero la única que la quería sinceramente sin duda era Sukime que había cuidado de ella desde su llegada al castillo.
Dejando sus alimentos a un lado Rin se acurrucó en el pecho de su nana y con una suave voz le dijo que si no confesaba lo que sentía se iba a enfermar y prefería una humillación a no saber lo que Sesshoumaru sentía por ella.

"Nana tampoco soy tonta sé muy bien que hay una posibilidad de que me diga que no, pero no puedo controlar lo que mi corazón siente. Además si no me quisiera ni un poquito ya me habría echado del castillo hace muchos años!"

Abrazándola Sukime le sonrió para no despedazar la confianza de Rin pero ella estaba segura que Sesshoumaru recibiría de mala gana aquel amor. Era conciente que Rin tenía razón al decir que no podía controlar sus sentimientos, pero una cosa si era segura, cuando el príncipe la rechazara ella estaría ahí para consolar a su niña.
El paseo por el jardín se alargó hasta el anochecer y Sesshoumaru no regresó dejando a Rin en agonía por lo que se fue a dormir desanimada a esperar que al día siguiente pudiera deleitar sus ojos con la imagen de su amado Amo.
Era un día soleado y mientras esperaba, Rin repasaba todo lo que tenía planeado decirle a Sesshoumaru. En su ingenuidad ella fantaseaba que al decirle que lo amaba, el príncipe la tomaría entre sus brazos para besarla apasionadamente y confesarle que él sentía lo mismo.
Estaba perdida en aquel ensueño romántico cuando a lo lejos escuchó la voz de Jaken y sin pensarlo corrió para encontrarse con ellos. Justo antes de doblar la esquina del corredor aminoró el paso y apareció caminando por el pasillo.
Llevaba un kimono rosado con un fino estampado de flores amarillas y pequeñas hojas verdes, hacía tiempo que había decidido recoger su cabello en una cola según ella para parecer mayor y así dejar atrás su imagen infantil, todo con el propósito de ser atractiva a los ojos de su amo.
En el instante que Rin apareció caminando por el pasillo Sesshoumaru resopló imperceptiblemente fastidiado por su presencia, sabía que ella llegaría con un sin fin de preguntas sobre su viaje, al sentirla cerca se volvió y le dedicó una agria mirada que instantáneamente paralizaron a Rin sobre sus pasos. Ante aquel hostil recibimiento lo único que ella logró hacer fue reverenciar con todo el cuerpo.

EL PRÍNCIPE DE HIELO...  SESSHOMARU Y RINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora