02. Nuevo objetivo

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    A Sehun no le gustaba suplicar, sentía como si se estuviese rebajando, como si su dignidad y honor pasaran por el piso cual trapero. Pero luego de la escenita ocurrida en aquel café que solía frecuentar ―y al cual, probablemente, nunca más lo dejarían entrar― la única solución que le quedaba era acudir a su mejor amiga y rogar a su bondadoso corazón de abuela.

― Por favor, JaeHwa. No tengo a nadie más en el mundo. ― Dramatizó mientras soltaba un suspiro.

Se encontraba aparcado frente al apartamento de la chica, su auto era cómodo y amplio, pero ni muerto pasaría la noche allí.

― No sé en qué te habrás metido, pero no puedo salvarte siempre el trasero, Sehun. ― Gruñó la chica al otro lado de la línea.

Sehun rodó los ojos por lo exagerada que era la chica, sólo habían sido unas cuantas pocas veces. La mayoría de esas era cuando salía de fiesta con BaekHyun y luego de unos cuantos shots todo se volvía negro, entonces amanecía en el sofá de la chica con un dolor de espalda de los mil demonios.

Pero eso sólo había sido unas pocas veces ese mes.

Jaeeeeee. ― Alargó Sehun con tono de súplica.

Escuchó un bufido.

― Siempre está KyungSoo, él también tiene un techo ¿sabes? ― Ironizó ella. ― ¿Y por qué no le pides a tu amiguito de fiestas, ese BaekHyun? — No podía ni quería reprimir lo mal que le caía el rubio ese.

― JaeHwa, porfis. ― Lloriqueó.

Una maldición se escuchó, y entonces una sonrisa se dibujó en el rostro de Sehun. Había ganado.

― Está bien, maldición. No puedo creer que siempre termine en lo mismo.

― Eres la mejor. Estoy arriba en 20 segundos.

Antes de que ella pudiese quejarse por lo tramposo que era el castaño, este ya había cortado la llamada y se encontraba entrando al edificio departamental de su mejor amiga. Ya en el cuarto piso y frente a la puerta 27, sus nudillos golpearon la estructura de madera porque la rubia se negaba a entregarle una llave a pesar de que él pasaba casi todos los días de su vida metido allí, sin exagerar.

Cuando la puerta se abrió y la rubia asomó su cabeza sólo para corroborar que era el castaño y no un cualquier extraño psicópata, pero su rostro molesto se transformó a pura preocupación en cuanto vio el estado en el que su amigo se encontraba.
Sehun soltó una pequeña risita en cuanto vio el cambio en la expresión de su amiga.

Ups.

Los ojos claros de la chica amenazaron con salir de sus órbitas en cuanto él soltó esa palabra monosílaba. Oh, ella iba a matarlo. Definitivamente terminaría el trabajo que quien sea había comenzado.

― ¡¿UPS?! ― Gruñó entre dientes. ― Entra de una vez, no quiero que hayan testigos cuando te asesine.

Sehun reprimió la risa que quería invadirlo nuevamente, y es que su dulce amiga podía ser una sádica cuando se lo proponía.

Pasó junto a ella e ingresó al apartamento, luego de descalzarse caminó directamente al gran sofá en forma de L, ya conocía el lugar de memoria, era como su propia casa. El chico debía admitir que incluso le gustaba más que su gran casa, pues tenía un calor hogareño reconfortante. Además, el lugar era bastante grande, pues los padres de JaeHwa tenían bastante dinero, quizá tanto como los suyos.

Cuando escuchó los pasos de la chica acercarse, se preparó mentalmente para el discurso que debía dar, pues sabía que a pesar de lo dicho anteriormente, su amiga estaba muy preocupada por él.  Y por lo mismo, dejando de lado su dolor físico, se sintió feliz de que existiese alguien que si se preocupase realmente por él.

Ice tea ↠ Oh SehunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora