Corazones Amarillos

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Ese día no sería como los anteriores cumpleaños de Natalia. Mayden había planeado varias sorpresas para su bella compañera de piso, para ello simplemente se hacía el desentendido fingiendo haber olvidado la fecha pasando de ella y a todo esto Natalia estaba echando chispas por los ojos y humo por las orejas.

¿Como es que su mejor amigo podía pasar tanto tiempo de ella y además olvidar la única fecha que estaba marcada en el calendario? Que crueldad.

Mayden caminaba de la cocina al cuarto y viceversa en más de tres ocasiones procurando cruzar por la estancia que era el lugar en donde Natalia estaba sentada rabiando e intentando ver la televisión.

El chico del flequillo esperó a la tarde para hacer todo aún más emocionante. Cuando Natalia había dado por sentado que había sido su peor cumpleaños, Mayden apareció con una charola con un pastel con velas con forma de veinticinco y en su rostro una desmesurada sonrisa traviesa.

Natalia permaneció boquiabierta por varios segundos alternando su mirada de emoción entre el chico del flequillo y el tentador pastel.

—No lo olvidaste— murmuró llevándose las manos a la cara.

—Como lo olvidaría, si lo tenéis remarcado en el calendario— dijo risueño Mayden colocando el pastel frente a la chica sobre la mesita.

Natalia miró las letrillas escritas en el pastel "feliz cumpleaños mi bella". El apodo que Mayden dejó de usar ya que todos en el Internet se volvían locos, misma razón por la cual dejaron atrás su intento de relación.

—Que esperas, tontaca, sopla las velas que aún nos falta ver más sorpresas—

Natalia le sonrió aún en shock y al inclinarse para soplar las velas, Mayden aprovecha para embadurnarle la nata del pastel en las mejillas.

El chico del flequillo sonríe y vuelve a reír de esa manera tan musical que lo caracteriza achicando sus ojos achocolatados. Natalia no se podía enojar con él, es que no podía, era su mejor amigo y el amor de su vida aunque ya no lo demostrara.

Mayden pareció comprender que eso era ya cosa de niños por la mirada de su compañera.

—Vale, te limpio—

Mayden no se molestó en usar alguna servilleta o toalla, sus propios dedos quitaron una a una cada porción de nata que cubría la tez de la joven, que a medida era acariciada por él, su piel se teñía de vivo rojo carmesí. Natalia lo veía tan concentrado en su tarea sabiendo lo guapo que se volvía cuando fruncía levemente el entrecejo y la manera en que sin darse cuenta él también se ruborizaba.

Sus ojos se encontraron un segundo y el ambiente fue infestado por la incomodidad que ambos sintieron. Mayden desvió la mirada y volvió a sonreír llevándose los dedos llenos de nata a la boca.

—Venga, come que si no lo hago yo he? Mira ahí esta tu primer obsequio— le señaló el armario mientras se levantaba.

—¿Pero a donde vas?— preguntó ella sintiendo ya la falta que le hacía sentirlo cerca.

—A preparar los regalos, ni se te ocurra seguirme he?— dijo riendo nerviosamente.

—Vale— canturreó tristemente llevándose a la boca un mordisco a la tarta y maravillándose con el sabor. ¡Era de su sabor favorito!

Mayden entró en la habitación viendo los regalos desperdigados por sobre la cama. Suspiró con emoción riendo como idiota sutilmente por la cursilería que había planeado con Laura para que ese día fuera perfecto.

Natalia no se lo podía creer, era increíble tener entre sus manos la camiseta ortografíada de su futbolista favorito, por su cabeza pasaron un montón de ideas para agradecérselo al morocho. Volvió a ser agobiada por el revoloteo de las mariposas en su estómago y casi sintió como las lágrimas amenazaban con mojar sus mejillas.

Corazones amarillos (#One-shotMaytalia)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora