Wings

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- ¡Mira! Una mariposa.

- Que bien.

 El niño seguía enfrascado en su juego sin prestar mucha atención a su padre.

- ¿Nunca sentiste envidia por ellas?

- ¿Porqué envidiaría a una mariposa?

- Por sus alas. ¿No quisieras también tener alas? ¿Volar libre a cualquier lugar sin preocuparte por nada?

- Pero no es posible -dijo con indiferencia-.

- ¿Puedes dejar ese PSP un momento? Tengo algo que relatarte.

El niño lo dejó a regañadientes pensando que simplemente era una de sus tontas y aburridas historias.

- Sabes, una vez conocí a alguien que dijo que tuvo alas una vez. Y pensarás que es imposible, pero yo le creo.

- Eres muy crédulo y tonto papá, las personas no tiene alas.

- Si, pero deja que termine de contarte. 


“Él había viajado por muchos lugares, era todo un aventurero. Siempre buscaba encontrar cosas nuevas e interesantes. Pero no siempre sus viajes salían bien. A veces se veía ante el peligro de animales salvajes, delincuentes, y plantas venenosas. En esta ocasión se había perdido en un bosque.
La comida se le agotó y el agua casi se le acababa, moría de hambre, sed y cansancio y no encontraba la salida. Le daba la impresión de que caminaba en círculos. En un intento por sobrevivir encontró una pequeña cabaña y entró. Estaba muy bien amueblada y era muy reconfortante; se sentía el olor a pie de limón. En una mesa estaba el dueño de aquel olor, y su apariencia era aún más apetecible que su olor. Sin pensarlo dos veces le dio un mordisco, y otro y otro... y por cada mordida los ojos se le cerraban más, hasta que cayó al suelo sumido en un profundo sueño.

En el sueño se le apareció una figura, como una mujer, frágil y delicada, irradiaba belleza pura y sus ojos eran tan azules y cristalinos como el agua. Esta le dijo que pidiera cual era su mayor deseo, que ella se lo concedería. Y él, luego de pensarlo por días se decidió.

Le dijo: ‘Quiero que me des las alas bellas y delicadas de la mariposa, y vivir la sensación de tener esa libertad de volar.’

La mujer accedió a cumplir su deseo, y cuando despertó se encontró con que se había convertido en una mariposa blanca. Feliz, recorrió los bosques, lagos, cielos, mares, sin cansarse de esa sensación de volar. Era un sueño que parecía imposible pero él lo había logrado. Quiso compartir su alegría con su esposa y su familia, pero estos  no la reconocieron, simplemente lo tomaron como una mariposa más. Para él, su felicidad solo sería plena si podía compartirla con las personas que amaba así que volvió a la mujer y le pidió que le devolviera su apariencia. 

La mujer se entristeció al pensar que su regalo no le había agradado a aquel hombre así que le regaló algo para que nunca se olvidara de ella. Colocó en sus manos una piedra que cada vez que el tocara, sentiría la sensación de que podía volar otra vez. Y que además reflejaba una mariposa blanca como la que él era. Luego de esto el volvió con su familia y decidió permanecer junto con ella, pues decía que de nada le servía tener el tesoro más grande si no podía compartirlo con las personas que amaba. 

Y así, además acompañaba a su esposa y la llegada de su primer hijo."

- No creo que eso haya ocurrido, solo son cuentos tontos

- ¿Eso crees?

El hombre entró la mano en sus bolsillos rebuscando hasta que encontró lo que quería y lo mostró. 

- Cierra los ojos -así lo hizo y este le colocó el objeto en las manos-. ¿Como se siente?

- Como si... como si el viento golpeara en mi rostro y mi cuerpo flotara.

- Abre los ojos.

El niño obedeció y encontró en sus manos una piedra lisa con una mariposa blanca tallada. Miró a su padre sorprendido, y cuando observó la mano de nuevo, la piedra ya no estaba.

- ¿Dónde?

- Con aquella mujer, seguro. El día en que alguien más supiese el secreto la piedra dejaría de estar bajo mi poder.

- Papá, ¿Sabes algo?

- Dime hijo.

- Creo que yo también envidio a las mariposas.

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