Final

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En alguna parte de Estados Unidos, en algún lugar de New York, en una pequeña colonia, hay un hogar en descomposición.

La casa no parecía ser de una familia común y corriente, es más, parecía que tenían bastante dinero. Sin embargo dentro de ella, si miramos por una de las ventas, estaba una mujer de larga cabellera negra guardando algunas cosas en una caja, como si se fuera a mudar, el problema es que no era ella quien se iba a ir de aquel lugar.

—Creo que Angélica tenía razón, nunca fuimos suficiente para ti —susurraba mientras tenía en manos un portaretratos donde había una foto de su "familia".

Dejó el marco encima del escritorio de forma de que la fotografía no se viera y siguió guardando las últimas cosas de su ahora ex esposo, Alexander Hamilton.

Mientras tanto en otra habitación, había un joven de ya 18 años de edad apenas cumplidos el mes pasado. De igual manera pronto ingresaría a la Universidad asi que en ese momento trataba de concetrarse para estudiar y que nada lo distrajera, aunque ese pensamiento tampoco lo dejaba estar tranquilo ya que la universidad a la que quería ingresar estaba en otro estado y tendría que internarse dejando a su madre sola, completamente sola.

Elizabeth Schuyler, la mujer con el corazón destrozado, no paraba de preguntarse el porqué ¿Por qué no lo había dicho antes? ¿Por qué esperar hasta ese momento? Prácticamente no era la primera vez que Alexander la había engañado, después del primer engaño lo había perdonado, a pesar de que las cosas no volverían a ser las mismas le perdonó, le perdonó varias cosas pero esto fue el colmo. No solamente Hamilton la había vuelto a decepcionar, sino también otra persona de la cual nunca se lo hubiera imaginado. "¿Por qué?" Nuevamente esa pregunta, bueno, más bien no paraba de dar vueltas en su cabeza causando un aura pesada y un leve dolor de cabeza, en cualquier momento volvería a llorar ya que no habría vuelta atrás, ya no le tendría que volver a perdonar nada. El divorcio estaba hecho y ese mismo día Hamilton se iría de aquella casa.

Se escucharon pasos acercándose a la habitación —Vengo por la última caja —habló, era Hamilton quien había estado empacando sus últimas pertenencias de su antigua oficina.

—Eh, si, está del otro lado de la cama —respondió dándole la espalda para evitar que viera un par de lágrimas que salido de sus ojos.

—Realmente no tenías porque hacer esto, pude haber empacado todo yo solo si así lo querías —efectivamente era así, sin embargo Eliza se ofreció a empacar el resto de las pertenencias que se encontraban en la habitación.

—No es nada —el silencio reinó entre los dos y el aura era incómoda. Y sin previo aviso se escuchó el claxon de un auto —Creo que ya está aquí.

—Si, eso creo —estaba atardeciendo —Eliza...

—Ya no tienes derecho a llamarme así, ¿Acaso no me escuchaste la vez pasada? —ahora sonaba molesta.

—Bueno, solo quiero decir una última cosa.

—¿Qué sucede? —también era cortante, solamente quería que ya todo terminara.

—Nuevamente lo diré. Lo siento, de verdad, no era mi intención hacerte tanto daño.

—¿"Lo siento"? —volteó a verlo —¿Acaso sabes cómo me siento? Me siento humillada, decepcionada, miserable ¿Realmente "lo sientes"?

—Ya habíamos hablado de esto...

—¡No! ¡Claro que no sabes cómo me siento! Te perdone muchas cosas Alexander Hamilton, te perdone que me hubieras engañado con una mujer completamente desconocida mientras que tu hijo y yo estábamos fuera solo porque tú no querías relajarte, y al final esa mujer resultó ser la esposa de uno de tus compañeros de trabajo. Te perdone muchas otras cosas más.... Y nunca te fue suficiente... —lagrimas comenzaron a salir. —¿Y ahora esto?....

❇Desilusión❇Donde viven las historias. Descúbrelo ahora