Prólogo

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Aparecí de pie en medio de la oscuridad, no sabía porque estaba allí. Todo estaba completamente oscuro, por un momento pensé que había perdido la vista, pero, no la había perdido; podía ver el campo de fuerza que me rodeaba, de un color naranja brillante. Pasaron los segundos y comencé a desesperarme, no pasaba nada y no podía ver más allá de lo que la misma oscuridad me permitía (poco más de un metro). Estaba a punto de gritar a la oscuridad “¡¿qué demonios hago aquí?!” cuando una luz que tenía la misma forma de una bengala apareció a unos metros de mí, no tenía idea de que era, pero no tenía miedo, había visto tantas cosas que ya estaba acostumbrado a lo desconocido, cuando la luz empezó a tomar forma, apareció una mano, luego todo un brazo. La mano llevaba un objeto metálico que brillaba, en un abrir y cerrar de ojos apareció una chica con una desgastada blusa color blanco y algo que parecía ser sangre seca por todo su cuerpo, tenía los ojos de un color claro y su cabello era anaranjado. Llevaba un cuchillo que escurría sangre en su mano izquierda y en su derecha llevaba un arma de fuego que parecía ser un revolver, la chica simplemente miraba al frente, me estaba ignorando o no se había dado cuenta de que yo estaba a tan solo unos metros de ella. Si el campo de fuerza no me impidiera moverme probablemente hubiera ido hacia ella a preguntarle si necesitaba ayuda con algo, pero lo único que podía hacer era gritarle desde donde estaba.

  - ¿Estás bien? - dije con un tono apagado, casi sin querer decirlo.

  La chica me lanzo una mirada fugaz y devolvió la vista a donde la tenía: A la nada.

  No me hizo falta más para rendirme, me resigne a quedarme callado e ignorarla como si de nuevo yo fuera lo único que había en la oscuridad.

  Pasaron unos minutos de silencio, cuando atrás de mí, comenzó el mismo proceso de cuando apareció la chica, luego empezó de nuevo, a mi izquierda, luego a unos metros de la chica, luego empezó a todos lados, debía de estar ocurriendo por lo menos unas cincuenta veces a la vez.

  Tenía que encontrar a mis amigos. Con la vista, comencé a buscar a quien fuera, por lo menos un rostro familiar, después de varios minutos buscando, a unos cuantos metros de mí, apareció el rostro de Katia, quería llamar su atención, pero ¿Cómo? No podía moverme, lo único que podía hacer era gritar, y si lo hacía no solo llamaría la atención de Katia, si no, llamaría la atención de todos. Por mi bien, por segunda vez, me resigne a no hacerlo, no sabía qué hacer entonces solo puse mis ojos sobre ella, como si el resto del mundo no existiera.  Iba a esperar, esperar a que ella misma se diera cuenta de que yo estaba allí.

  Pasaron unos minutos más y pasó algo que me desconcertó: una voz atrás de mí.

  -Eres un maldito, Dalton ¿Me oíste?

  No hacía falta verlo para saber de quien se trataba, lo sabía.

  - ¡Steven, estas vivo! ¡No lo puedo creer! - lo dije gritando, (algo que no quería hacer, pero no me di cuenta) estaba tan emocionado, no lo podía creer, Steven, mi amigo, estaba vivo.  

  Desde atrás de mi escuche que me contesto:

  -Así es, te dije que soy indestructible.

  -Sí, pues no pensé que fuera verdad- respondí con una sonrisa, estaba tan feliz.

  -Como sea, Dalton, me importa un carajo lo que pienses- dijo Steven con un tono duro, pero conteniendo la risa.

  - Y…oye Steven ¿Sabes si alguien más paso el portal?

  - No amigo... lo siento, no vi a nadie más.

  - ¡Mierda! Espero que estén bien- dije con la voz quebrada.

  -Sí, lo sé, es….

  Steven no pudo terminar de hablar porque en ese momento el ruido ensordecedor volvió -me hubiera llevado las manos a las orejas, pero el campo de fuerza no me lo permitía- con ese tono gangoso de hombre maduro dijo lo único que me hubiera imaginado:

  -Bienvenidos a la prueba final, felicidades, ustedes cien son lo mejor que queda de toda la humanidad- hubo una pausa incomoda como si se hubiera arrepentido de decir eso -. Bueno, bueno, no les hare perder el tiempo. No hay nada más que decirles solo sobrevivan- cuando dijo la última palabra, la voz se esfumo.

  Cuando la voz por fin se fue me sentí liberado, no sabía porque, pero sentía como si pesara menos, esa sensación duro poco.

  En la muñeca de mi brazo derecho apareció una parpadeante luz azul, era como un punto de luz, pero era lo suficientemente potente como para llenar de luz toda mi mano, cada vez iba parpadeando más rápido, no tenía idea de que era ni porque estaba dentro de mi muñeca.  

  En algún momento me di cuenta de que los otros noventa y nueve también tenían la parpadeante luz azul. Cuando la luz iba tan rápido que apenas se podía ver su parpadeo, de mi muñeca surgió un holograma con el número diez, al igual que yo, los otros noventa y nueve también tenían el holograma, no comprendí a que se debía, pero cuando el holograma cambio a nueve lo supe: era la cuenta regresiva para que comenzara la última prueba.

  No estaba listo para la prueba final, apenas había salido vivo de la prueba pasada, tenía que hacerme a la idea de que sobreviviría, si no lo hacía, entonces si moriría, además tenía que proteger a los demás.

  Siete segundos.

  Pensé que seguramente del otro lado estarían mis pesadillas más oscuras, pero como había dicho Joe “peleare con uñas y dientes para llegar al final” me dije a mi mismo que si tenía que matar a alguien para lograr llegar al final lo haría, sin embargo, otra parte de mí se negaba a hacerlo.

  Cuatro segundos...

  Tres segundos…

  Dos segundos…

  Un segundo...

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⏰ Última actualización: Feb 07, 2018 ⏰

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