Capítulo IX: Instinto

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Louisa saltó sobre sí misma, aun sentada en las sillas del comedor de los Bartholy, la presencia amenazante de Titania se erguía acercándose a paso decidido hasta ella. Su figura esbelta se movía de forma glácil, y la mirada de un brillante color plata, parecía fría y segura de sus movimientos. Por un momento sintió su respiración cortarse, y su cuerpo comenzar a temblar y transpirar de los nervios acumulados... la sensación de peligro era asfixiante y provocaba algo que ella desconocía y que al mismo tiempo se parecía a una sensación que ya había experimentado antes.

Nicolae se puso de pie y frenó el acercamiento de Titania tomándola por el codo.

Era como ver a dos bestias enfrentándose la una a la otra a través de miradas heladas.

—¿Qué demonios... crees que haces? —La voz del mayor de los Bathory estaba teñido de un sonido bajo, profundo y amenazador. Contenía una promesa que Louisa no quería comprender de que se trataba.

La mujer de pelo cenizo apartó la mano de Nicolae agitando su brazo con fuerza.

—¡Ya, no me toques! No podrías entenderlo, Nicolae —Los colmillos se asomaron ligeramente bajo sus labios, y frente a la mirada absorta de Louisa, quién ya se había preparado para salir corriendo ante el menor intento asesino, los ojos de Titania cambiaron a un profundo tono rojo —, ¡No te metas en esto! ¡Deja de protegerla como una muñeca de cristal o como si fuera tu mujer! ¡Es una maldita Wolfgang!

—No es algo que nos corresponde a nosotros...

—¡Y una mierda! —Exclamó Titania al tiempo que daba un movimiento rápido y de una sola patada el cuerpo de Nicolae voló hasta golpear en un sonido sordo contra la pared. Horrorizada, observó pedazos completos de la pared desprenderse, causando un agujero que terminó por atravesar el muro hasta la otra habitación.

Sus ojos volaron nuevamente hacia la figura de Titania, y lo único que supo hacer al verla acercarse fue emprender una carrera que sentía contra reloj, en donde se jugaba la vida.

Consiguió, sin respiración, abrir la puerta corrediza que daba al jardín.

No entendía que diablos sucedía o el causante del aura hostil que la perseguía y el odio de Titania; pero nunca había sido una gran atleta, y aunque la adrenalina la invadiera, temía no poder llegar realmente lejos en su escapatoria.

En un parpadeo, su mirada se tornó en blanco y negro, del mismo modo que como había pasado la noche anterior, y un traspiés la siguió por el terror al cambio. El cuerpo de Titania terminó de llevarla al suelo en un solo jalón, y estremecimientos sacudían sus extremidades intensamente mientras luchaba contra el peso de la mujer que la sostenía con furia contra el suelo.

Toda Titania se veía blanca, incolora. Su mano empujaba con violencia el cuello de Louisa, apresándolo contra el frío pasto.

—Particularmente —Comenzó a hablar tranquilamente la mayor de los Bartholy, como si Louisa no fuera mucho más que un saco de papas inerte y vacío, aunque se removiera con insistencia bajo ella y luchara con furia por su vida —, lo primero que cambia en un lobo al momento de la transformación son sus ojos. La esclerótica se torna negra, y el iris se vuelve más visible —Ella se sentía ahogarse en medio de la mirada de Titania. La mujer parecía querer atravesarla si fuera posible —. Madre decía que todo se volvía blanco y negro, y luego... luego venía el resto.

>> ¿Cómo es que eres diferente? ¿QUÉ te hace diferente a mí y al resto de las mujeres dentro de los lobos caucásicos?

Algo en sus huesos se tornaba doloroso y se extendía lentamente desde la punta de los dedos hasta su coronilla. Era algo intenso, momentáneo, casi en cuestión de solo diez segundos. Jadeaba por aire, sintiendo que lentamente perdía el conocimiento a pesar que los dedos de Titania solo la sostenían con firmeza y no la dañaban. El peso asfixiante de la mujer desapareció de sobre su cuerpo, y pudo enroscarse en posición fetal.

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