Capítulo Único

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Lluvia caía y ella solo podía ver por la ventana fuera de aquella siniestra casa como, el que alguna vez fue el amor de su vida, volvía a seducir a otra pobre chica, pero era algo que por un tiempo se convenció de que era algo inevitable.

Sus lagrimas se deslizan silenciosas por sus blancas mejillas, confundiéndose con la lluvia, su corazón se retorció al ver como tomaba sus pequeñas manos entre las suyas, susurrando palabras contra sus labios, seguro, promesas que jamás cumpliría

-Ya tengo lista el arma... un tiro en la cabeza, te mato o me mato... me mueve la violencia...

Un resplandor cruzó por los ojos de aquella pobre alma atrapada al escuchar soñadora todas esas palabras de amor eterno, embriagada en su suave aroma, con el corazón en las manos... ella se acercó para besar tiernamente sus labios

-Hoy estoy de luto, ah muerto mi amor... se fue con mi inocencia... ¡está en putrefacción!-pegó su frente al cristal junto con una de sus manos al recordar cuando ella era la "razón de su existir"

No importaba el color de ojos, cabello o piel, ni siquiera el sexo de la persona, todo siempre fue un juego para él

-Quisiera serte eterna, quisiera magia negra... quisiera envenenarme, quisiera indiferencia...

Poco a poco se alejó de la ventana sin poder seguir soportando aquel terrible dolor en el pecho, las lagrimas le habían corrido todo el maquillaje

-Malagradecido me cagaste toda... pobre vanidoso, ¡me das hasta vergüenza!...

Había dejado impregnado en el vidrio la marca de su fría mano, sin embargo aquella pareja dentro de la cálida casa ignoraba por completo el tormento que se formaba afuera, ajenos a lo demás, hundidos en sus pensamientos hipócritas

-Que inconsciencia tuya, dejarme hasta desnuda... me siento chiquitita, me quedo tan solita...

Caminando casi de manera espectral hasta la puerta empujó suavemente y, cediendo esta como siempre lo hacía, cruzó sintiéndose cada vez más y más desesperada y llena de dolor teniendo la escena de "amor" ahora frente a ella

-Pa'qué viajamos tanto... tanto para qué, para terminar... estampada en la pared...

Miró de lado a lado admirando la basta gama de belleza que había en aquella pequeña sala, desde él, con sus perfectos ojos claros, su cabello de ébano y sus dientes como perlas vítreas, ella, la pobre inocente con su largo cabello que caía cual cascada por su delegada espalda y un brillo emanando de su eterna sonrisa, lista para entregar los años de su vida al hombre frente a ella... tal y como lo habían hecho los demás pero, a diferencia de ellos dos, poseían una belleza digna de los ángeles, casi corrompida por la delgada línea de la sensualidad viva, sin embargo en sus ojos no había brillo alguno, sus pieles no reflejaban el paso del tiempo y sus miradas radiaban la fúnebre tristeza.

Con su cabello goteando se acercó hasta el sillón que ocupaba la pareja, arrodillándose a un costado del borde, los miró con una tristeza impregnada de curiosidad, los demás imitándola para ver más de cerca, pronunciando uno a uno la misma palabra

-Malagradecido... malagradecido... malagradecido... malagradecido...

MalagradecidoWhere stories live. Discover now