Memento

42 4 0
                                    



Aquí me encuentro, tendido sobre el suelo divisando las incontables estrellas que emanan su radiante luz en el cielo nocturno, entretanto percibo cómo el césped punza mi piel y advierto el viento soplar entre los arbustos y los árboles, me siento débil y abatido. Pienso en mi hijo, recuerdo su sonrisa, recuerdo su alegría, su forma de caminar y su forma de balbucear. Jamás me sentí tan dichoso como cuando sostuve por primera vez en mis brazos aquel ser que llenaría mis días de intensos regocijos. Recuerdo sus primeros pasos, sus primeras palabras, recuerdo cuando se dormía entre mis brazos mientras yo lo arrullaba. Su madre, el amor de mi vida, la mujer que me enseñó lo infinitamente extraordinario que puede ser el amar a alguien más, cuya desmesurada pasión por la vida me hizo amarla a ella y a la vida misma había fallecido durante el parto. Aquel fulgor proveniente del fondo de su alma se había extinto como una vela que se ha consumido por completo, sólo me quedaba aquel retoño fruto del amor que nos juramos siempre tener.

Ahora la recuerdo, recuerdo la soledad que me inundó después de su partida. Recuerdo estar en la sala del que fue nuestro hogar, asomar mi mirada por la ventana y pensar que todo no era más que un sueño. En ocasiones la sentía junto a mí, la veía mirarme a los ojos y sonreír, en aquellos delirios la tomaba por la cintura con mi mano derecha, mientras la izquierda deslizaba su liso cabello tras su oreja; tomaba aire para intentar sentir ese aroma a viñedo francés proveniente del perfume que le regalé por su cumpleaños, en aquellos momentos cerraba los ojos y la acercaba a mí. Esperaba ansioso el roce de sus dulces labios pero éste nunca llegaba. Abría los ojos, y era en ese preciso momento en que me alejaba de aquel breve trance para entrar en un leve estado de lucidez, ella ya no estaba y debía aceptarlo.

Recuerdo nuestro hogar, la habitación vacía, el departamento vacío, yo mismo estaba vacío, no sabía qué es lo que había allí... sólo reaccionaba hasta que escuchaba el llanto de un infante proveniente de la habitación contigua. Caminaba hacia él y lo veía sollozando a más no poder, aquel llanto parecía ahogarlo por unos cuantos segundos, su rubor adquiría un matiz rojizo que levemente se convertía en morado. Me unía a él en su llanto, lo tomaba entre mis brazos y le besaba la frente mientras sus lágrimas se fundían con las mías como las gotas de lluvia que se funden con un arroyo para formar un solo cauce. Lo arrullé y le dije que todo iba a estar bien. Lo llevé a mi cama, le di de beber en un biberón una especie de solución lactosa que me obsequiaron en el hospital, la cual pareció gustarle, pues se silenció en ese momento para caer en un sueño profundo. En ese momento hice lo mismo y procuré descansar pese a que había un pensamiento que no me dejaba en paz, "hace unas noches dormía con ella y él en su vientre, ahora ella ya no está y sólo me queda él".

Y aquí sigo, inerte, tumbado en este pastizal admirando el firmamento. Giro mi cabeza hacia la izquierda, observo mi auto destrozado, el humo proveniente del motor nubla mi vista hacia el interior del vehículo. Todo lo que puedo pensar es "¿Qué sucedió?", estoy muy consternado. Lo último que puedo recordar es el fuerte estruendo proveniente de un impacto en la parte trasera de mi auto, seguido de una intensa caída a través de los peñascos aledaños a la carretera. ¡Todo sucedió tan rápido!, no tuve tiempo de protegerlo, él venía allí, justo en la parte trasera, ¡Quisiera verlo!, pero no puedo divisar su figura a través del anubarrado ambiente en el que nos hallamos. Me preocupa que su endeble cuerpo haya sido afectado por la colisión. Tan débil, tan frágil, un pequeño e inocente ser, aquel que durante los últimos 5 años se convirtió en la razón de mi vivir. Quiero caminar hacia él pero no puedo, ¿Por qué no puedo?, siento como si tuviera una tonelada de peso encima, siento aquella impotencia similar a la que se siente al querer usar la fuerza bruta durante un sueño y no poder hacerlo, ¿Estaré soñando?

Giro mi cabeza justo en dirección hacia el cielo nocturno y veo cómo las estrellas comienzan a desaparecer, ya no escucho el viento, ya no veo el humo, ya no siento el césped, mis sentidos han dejado de funcionar, no me puedo mover, no puedo hablar, no puedo gritar, mis energías se han disipado pero aún puedo respirar. Quisiera decir el nombre de mi hijo esperando que su tierna voz me responda y me haga saber que todo está bien, que él sigue ahí, que nada grave le ha sucedido. Exhalo profundamente e intento recuperar el aliento a la vez que percibo una centellante luz, en medio de la luz veo una silueta humana que se aproxima a mí, ¿Acaso serán paramédicos?, me regocija saber que la ayuda ha llegado, por fin sabré si mi hijo está bien; aquel brillo me enceguece, la silueta se hace clara, ¿Qué es lo que sucede ahora?...

-Papi... mami y yo te estábamos esperando.

MementoWhere stories live. Discover now