Mi hermano una vez me dijo que lo que empiezas evadiendo termina por matarte. Esas palabras siempre me parecieron huecas, sin sentido, no tenían razón de ser si lo que hacíamos todos los días era huir. Siempre pensé que mi hermano era un loco, una buena persona, pero un loco al fin.
Lo que empiezas evadiendo termina por matarte, esas palabras retumbaron en mi mente durante años y no parecía encontrarles significado...
Hasta que un día lo hice.Las alarmas resonaban por todo el sitio, eran agudas tanto como lo es el pitido de un silbato. Y ahí estábamos nosotros, corriendo fuera del alcance de esos cretinos, corriendo de lo que sin duda seria una muerte segura y dolorosa, se hacían llamar las antorchas, se supone que ellos deberían iluminar esta ciudad, al final no lo hicieron.
Escuche a un soldado gritar que nos detuvieramos, pero mi hermano y yo seguíamos corriendo.
-Alto ahí- dijo el soldado.
Los motores de las camionetas resonaban por todas las calles y el sonido de los altavoces avisaban de nuestra presencia hasta al mismo demonio.
-Atención a todas las unidades, los sujetos se dirigen hacia la avenida central, su último avistamiento fue en la cuarta avenida. Solicitamos su apoyo. Orden y progreso.
Mi hermano me tomo del brazo y me condujo a un callejón, en el había un contenedor de basura.
-Rápido, sube a mis hombros- me dijo cuando noto que no podía alcanzar la cima del contenedor.
Yo subí y el prácticamente me arrojo al fondo, después el subió, con mayor simpleza por supuesto.
-¿Por que nos hacen esto? ¿Por que nos persiguen?, no hemos hecho nada hermano ¿Por que nos odian? No hicimos nada- dije aterrado y con la voz quebrada. Mi hermano tomo su mano y la puso en mi boca.
-No hagas ningún ruido Fernando.-dijo.
Escuche los pasos de unas botas pesadas y los ladridos de un perro.
-Vamos buen chico ve ahí, encuéntralos campeón- le dijo el soldado al perro que comenzaba a olfatear por todo el lugar.
Escuché los sonidos de la respiración del perro en el basurero, se detuvo ahí unos segundos, demonios, nos había encontrado.
El perro comenzó a rascar la superficie del contenedor con sus patas delanteras -Buen chico campeón- dijo el soldado, aproximándose a nuestro escondite.
El soldado estaba ahí, podía escuchar como su rifle chocaba con la pared de metal de aquel contenedor, yo quería gritar con todas mis fuerzas, quería gritar de terror, al fin nos habían encontrado.
Entonces escuche el canto de una persona, un ángel guardián disfrazado de un vagabundo ebrio. El cantaba suavemente afuera a un lado del contenedor.
-Hey, ustedes que hacen aquí, ustedes son unos cretinos, unos asesinos. Hijos de puta, me quitaron mi casa, mi familia, mi hija, mi preciosa hija- dijo el vagabundo al soldado.
Entonces escuche el sonido de una botella chocando contra el piso y al soldado gritando.
-Vamos campeón, a el.
Escuche los gruñidos de ese perro y los gritos del buen hombre como una sinfonía monstruosa, mi hermano tapó aun mas fuerte mi boca.
Los gruñidos del perro cesaron y los gritos del vagabundo se habían convertido en sollozos, mi hermano tapó mis oídos tan fuerte que juraba que me iban a explotar.
Y entonces sucedió, con la poca audición que tenía pude escuchar el sonido de las balas siendo disparadas por el soldado hacia aquel pobre hombre. No solo fue un disparo, fue una ráfaga, mis ojos se enrojecieron eran puntos rojos con agua hirviendo, mi mandíbula estaba temblando y solo podía sentir como mi hermano trataba de privarme de mi audición con todas sus fuerzas.
La ráfaga ceso y escuche la radio del soldado -Señor no hay nadie aquí, solo era un vagabundo idiota regresaremos al punto de reunión, cambio y fuera- dijo el soldado.
Escuche las botas de aquel hombre alejándose del callejón, mi hermano solamente me seguía tapando los oídos, pero su esfuerzo era vano, pues podía escuchar su sollozos y su respiración agitada.
-Todo va a estar bien, todo va a estar bien- Me dijo al mismo tiempo que sentía una gota caer en mi frente.