Tuve varias experiencias a lo largo de mi vida, mi primera experiencia fue en mi adolescencia, su nombre era Darío, era un poco más grande. Como toda adolescente caprichosa creí que ese era el hombre con quien iba a pasar el resto de mi vida, nos conocimos por un amigo en común y sus continuos detalles llamaron mi atención. Por varios meses la relación fue perfecta, el era atento, dulce, cariñoso; pero a medida que el tiempo pasaba lo sentía más lejos, más distante. Yo hacia lo que estaba en mis manos para retenerlo pero eso parecía alejarlo más, el parecía cansado de estar conmigo pero no hacía nada para irse, pues luego de engañarme varias veces solo rogaba mi perdón, en mi total ignorancia creía que era sincero y que realmente me amaba y se arrepentía, me sentía ganadora cuando en realidad no era más que una chiquilla tonta que quería creer lo que le decían.
Una tarde de verano lo llame porque quería ir al centro de compras, él no podía porque estaba trabajando, entonces llame a mi mejor amiga Tami, mi fiel compañera y confidente desde la infancia, ella aceptó en seguida, a ella le encanta salir de compras. Pasamos la tarde caminando y comprando, después de caminar varias horas decidimos sentarnos en el banco de una plaza a descansar.
Comenzó a oscurecer y decidimos irnos, al levantarnos lo vi...
- Es él – le dije a Tami casi gritando.
- no mires Kimey, no mires- dijo mientras tomaba fuerte mi mano, en ese instante lo único que se me ocurrió fue tomar mi teléfono y llamarlo.
- ¿Qué pasa amor?- dijo con total tranquilidad.
- ¿Dónde estás?- pregunté.
- en casa, ¿Dónde más?
- solo espero que ella valga más de lo que estás perdiendo- dije y corté. Rompí en llanto en medio de la plaza, Tami no sabía qué hacer y solo me abrazaba. Fuimos a su casa, su mamá era muy buena conmigo, pasaba más tiempo allí que en mi propia casa.
Pasé la noche llorando, creyendo que mi vida había terminado allí, al amanecer busqué mi teléfono pero Tami lo había escondido.
- no voy a darte el teléfono, no lo llamaras, para ya de perdonar lo imperdonable. Él no deja de lastimarte porque tú se lo permites- dijo enojada.
-solo quiero una explicación- dije rogando.
-no Kimey, lo que quieres es que ese estúpido vuelva contigo. Escúchame bien porque no lo repetiré, si vuelves con Darío olvídate de nuestra amistad, ya no estaré aquí cuando vuelva a lastimarte, porque volverá a hacerlo y lo sabes. Te quiero y odio verte mal, ya no puedes seguir sufriendo así, él no te merece.
Ella tenía razón, comencé a recordar en las repetidas veces que me engaño. Pasaron 3 días, 72 llamadas perdidas y 115 mensajes de Darío pidiendo perdón y rogando verme para hablar, de repente escuchamos un golpe en la puerta, los padres de Tami no estaban, ella estaba en la habitación así que yo fui a abrir, era él, con la mirada nublada entró a la casa de inmediato como desesperado, pedía perdón entre sollozos. Verlo en ese estado no hizo más que recordar todos los momentos en los que lloré por él, ahora el estaba en mi lugar, y se lo veía mal. Después de pasar varios minutos intentando dar explicaciones me abrazó, en ese instante me di cuenta de que tenía que ponerme firme y terminar con eso, logré soltarme de él y lo empujé con fuerza, Tami se acercó preocupada.
- te quiero fuera de mi vida hoy- dije seria.
- por favor perdóname, no volverá a pasar, fue una estupidez, te quiero a mi lado- dijo llorando.
-ya no me importa, eres libre, ahora puedes hacer con tu vida lo que desees, ya no te amo- dije sin titubear, porque era verdad, ya no lo amaba. Él solo se dio la vuelta y se fue. Tami quedó asombrada al escucharme tan segura.
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Tú... siempre tú.
Teen FictionPrólogo. Kimey es una mujer que pasa por varias experiencias, vive cada amor con intensidad, ésta historia nos demuestra que no importa cuántas relaciones tengamos a lo largo de nuestras vidas, siempre habrá un amor que nos marque en lo más profund...