Alejandra (Mi amor verdadero)

I

Los Ángeles, California, Estados Unidos, 1997

Las sirenas de policía sonaban por toda la ciudad... de nuevo, un asesinato. Esta vez en casa de la señora Sallow.

Su marido apareció desangrado en la bañera. Bueno, no es algo muy agradable de oír, y menos cuando ocurrió en el edificio de al lado del tuyo, pero es así. 

 —Papá, por favor, déjame ir a la fiesta de Claire.

—¡Ni hablar! Esa chica es una mala influencia, y menos te dejaré ir con todo este asunto de los asesinatos. ¡Acaban de asesinar al señor Sallow en el edificio de al lado y a ti lo único que te preocupa es ir a la dichosa fiesta! — Dijo mi padre abriendo el periódico sobre la mesa.

— Pero papá... — Insistí.

— Hija, no enfades a tu padre... 

Mi madre entró por el gran arco del salón, ella me entendía mejor que nadie aunque no sabía decirle que no a mi padre, porque si lo hacía sabía que volvería a pasar... mi padre le volvería a pegar.

Así es, mi padre maltrata a mi madre. Por eso es a él a quien le pregunto todo, porque si se lo pregunto a mi madre, quizás mi padre no esté de acuerdo con ella y entonces... pasará eso... 

No hay nada peor que oír los ensordecedores gritos de tu madre desde la cocina mientras intentas dormir pensando en que nada es real, pero lo es, sabes que tu padre está golpeándola, está haciéndola sufrir, y tú ahí, sin poder hacer nada. ¿Denunciar? Sólo empeoraría las cosas. ¿Huir? No serviría de nada. ¿Llevarle la contraria? Eso es lo peor que puedes hacer.

Así que así llevo toda mi vida, viviendo un sufrimiento en secreto mientras que mi rostro tiene siempre una sonrisa, intentando ocultar mi guerra interna. Jamás he amado, jamás he sido feliz... Y la verdad es que entiendo a mi madre. Mi novio, Mike, me insulta todo lo que puede. Jamás me ha puesto la mano encima pero sé que es capaz de hacerlo.

En resumen, mi vida es una farsa. Hago como que nada pasa, soy la chica popular en el instituto, y tengo que mantener la imagen. Al menos eso intento.