Primera sangre 第遺血話 ⇀Arima Kishō⇀

Helheim

Putrefacción 

Fue un ghoul... el que en un segundo le quito lo más preciado para él en su vida, podría jurarlo, jamás espero que ella apareciera de la nada y le salvara. Sus ojos estaban abiertos a tal punto que incluso sus parpados dolieron, recordó que hace unos instantes ni siquiera quería abrirlos... por primera vez tuvo miedo, no a la muerte, sino que más bien tenía miedo de perder a la única persona que fue capaz de sanarle sus heridas y su vacío con solo una sonrisa.

Frente a él estaba una escena que nunca creyó ver en su vida... la persona que más amaba estaba justo enfrente suyo, sonriéndole, como si quisiera decirle "tranquilo todo está bien" ... era una sonrisa falsa, podía ver claramente como el kagune atravesaba su abdomen como si de una uva en una brocheta se tratara, sus manos tan pálidas, ahora teñidas por el rojo carmesí de su sangre, que sujetaban con fuerza el kagune del ghoul evitando que este llegara hacia él, sus piernas ahora temblaban, jamás le vio temblar de esa manera, siempre fue una chica fuerte, dispuesta a darlo todo si se necesitaba, su cabello, era tan rubio que casi podría decirse que era blanco, aun así ... a él le encantaba, el olor a frutas que desprendía, su textura tan suave y el color tan poco común, en ese momento tapaba gran parte de su rostro intentando ocultar el grueso y constante hilo de sangre que salía de su boca... pero... lo que más le sorprendía es que ella no dejaba de sonreírle, movía sus labios con dificultad, como si intentara decirle algo, el simplemente se quedó atónito, no escuchaba nada, no sentía nada, solo se quedaba viéndola, como sus ojos se volvían pesados y los cerraba lento pero constantemente.

- No... Astrid... ¿Por qué?..- Esas palabras ni siquiera las pensó solo fluían, él no quería que muriera, ella era lo único que tenía, ella era lo que le hacía sentir vivo. Dolía... dolía bastante.

Fue justo ahí cuando el ghoul saco el kagune de su vientre, tan rápido, tan tosco, un líquido rojizo salpico parte de los lentes y camisa del joven además de un gran chorro que cayó al suelo manchándolo y pintándolo de rojo, todo en ese momento se volvió lento, ni siquiera se había percatado de que aun habían investigadores detrás de él, cosa que ignoro por completo, él podía ver el gran agujero que estaba en el abdomen de la mujer que hace apenas unas horas lloraba desconsoladamente por su culpa, Fura-kun tenía razón, él la estaba matando, era su culpa que su amada estuviera en esta situación, era su culpa que ella estuviera muriendo... antes de que el cuerpo cayera lo tomo en brazos, con cuidado quito del cabello que cubría su rostro, ella lo estaba mirando, aún estaba viva... pero no dejaba de sangrar, sus ojos estaban perdiendo su brillo y su sonrisa estaba desapareciendo, su cuerpo dejaba de temblar, aun así ella levanto su mano y acaricio la mejilla de Arima, estaba haciendo mucho esfuerzo, su luz se estaba apagando.

- A-arima... Arima-kun... ¿p-podrías... p-perdonarme?- le sonrió por última vez, la sangre caía por su boca y sus labios, su mano que hace instantes acariciaba su rostro cayo sin vida, ni siquiera pudo cerrar sus ojos... pudo escucharlo... su corazón ya no latía.

Para él solo existían ellos dos, sintió como las lágrimas caían por sus mejillas, sabía que estaba muerta pero aun así grito su nombre, la sacudió como si eso la fuera a resucitar, en ese momento quería que ella fuese un ghoul, que el agujero en su abdomen se regenerara y él volviera a ver su cálida sonrisa, sus ojos verdes llenos de brillo y vida, ya vería como se las ingeniaría para que el CCG no la persiguiera... pero eso no era más que un tonto sueño, si el cerraba sus ojos ella estaba viva, mirándole, pero si los abría, ella estaba ahí , tan quieta, tan pálida, tan fría y con ese enorme charco de sangre debajo de ella. ¿Qué más podía hacer?, solo podía verla, abrazar su cuerpo ensangrentado y recordar.

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