Único.

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Me encontraba ahí, observando anonadado todo lo que pasaba delante de mis ojos casi sin poder creerlo, viendo como la persona que alguna vez me había jurado el amor más puro me traicionaba de la peor forma posible, negando, ante el ser que decía ser el más bondadoso, todo lo que alguna vez dijo sentir por mí. No podía creerlo, realmente me parecía imposible que aquella persona me estuviera haciendo eso, me rompía el corazón en miles de trozos que dudaba que en algún momento pudieran volver a unirse, y me robaba el alma, como en algún momento me robó los suspiros más sinceros que podría haberle regalado.

En el cielo, el amor entre los ángeles era algo que estaba prohibido, completamente, a pesar de todos los escritos que expresaban el amor que se tenía que tener al prójimo, pero no, ese tipo de amor era imposible, pero ¿cómo iba a saber yo que iba caer rendido frente a los brazos de aquél precioso ángel, ese que tenía una piel tan suave como la seda y era tan dulce como la miel? Y, aún peor, ¿cómo iba a evitar enamorarme de él? Decían que el paraíso era un lugar donde se tenía que ser feliz, y que los ángeles éramos los únicos que podían acceder a tal lugar tan lleno de paz, armonía y cariño, pero mi paraíso estaba entre sus brazos.

Sin darme cuenta había roto cada regla escrita en el libro sagrado, cada fragmento y cada palabra del señor que estaba plasmada en esa hoja, yo la había roto por el gran amor que le tenía a él. Había cometido el peor de los pecados, tanto carnalmente como sentimentalmente, y me sentía tan amado, porque yo di cada parte de mi ser por ese amor, y sentía que él había dado cada parte de su ser también, fue por eso que le creí cuando me dijo, —en uno de nuestros encuentros secretos—, que éramos nosotros contra el mundo, y que nada podría separarnos jamás, ni siquiera los dichos del señor, que si teníamos que ir en contra de él para poder amarnos libremente, lo haríamos. Así lo había expresado, lo había prometido.

Pero ahora estaba ahí. Arrodillado frente a él luego de que nos encontraran juntos, mientras yo estaba en una esquina, para nada arrepentido de lo que había hecho, creyendo que él seguiría mis pasos y mis palabras para tener una vida llena de amor junto a mí, pero no fue así, oh, por supuesto que no fue así.

"—¡Oh, mi señor! ¡Usted debe de creerme! —Exclamaba, con lágrimas en sus ojos que rogaban piedad. —¡Todo fue culpa de ese ángel que me llevó por el peor camino que pudo! ¡Me obligó a hacer cosas que yo jamás quise hacer, me amenazó y me llevó por el camino de las tinieblas!"

Yo no podía siquiera reaccionar, estaba tan triste y agotado de tanta farsa, y aún más abrumado por toda esa situación, por Jungkook negándome ante el grande, por Jungkook negando el supuesto amor que tenía hacia mí.

"—Merece ser castigado, señor. —Me miró, con casi pena en sus ojos, como si sintiera lástima de lo que hacía, pero no vi una pizca de arrepentimiento en ellos. —El ángel Jimin merece ser castigado."

Sólo le miré, las lágrimas brotaban de mis ojos sin permiso alguno y realmente no me importaba, no hablaba, no gritaba, no pedía piedad, solamente esperaba a que me dieran mi castigo, mientras sentía mis esperanzas romperse, mis ilusiones desarmarse y mi ser destruirse en manos de aquél ángel que algún día había amado, y que seguía amando, con todo mi fiel corazón.

Mis alas fueron cruelmente arrancadas, pero ni eso se comparó con el dolor que aún sentía en mi corazón, la traición quemaba en mi pecho y el sentimiento de que no quedaba nada en mí estaba presente en cada extremidad de mi cuerpo; ya ni siquiera encontraba fuerzas para mantener mis ojos abiertos, no encontraba fuerzas para mantener mi alma viva y sólo dejé que se desvaneciera entre mis brazos, llorando en silencio por el destierro que me estaban haciendo, sólo por haber amado de la manera más pura que pude, sosteniendo lo poco que me quedaba de dignidad para que jamás se perdiera.

Ángel. | Yoonmin.Where stories live. Discover now