Solos 》PopKeda.

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Estaba lavando mis mascaras tranquilo, hasta que oí a la pequeña rana gritando, ella habia visto mi cara. El miedo inundó mi ser rapidamente por lo que rápidamente trate de atraparla. Esta comenzó a oír gritando una y otra vez la misma frase "Kedamono no kao wa" tambien me di cuenta que Popee estaba despierto haciendo lo mismo que yo.

Todos poco a poco comenzaron a despertarse, lo único que quería es que esa maldita rana se callara, nadie tenia que saber la verdad, absolutamente NADIE.

—¡Kedamono no kao wa! —Seguia gritando pero se detuvo por un momento ya que por fin la atrape.

La tome en mis brazos y la apreté con fuerza, alze mi vista y me di cuenta que Popee y Papi me miraban fijamente, como si quisieran saber mi verdadera cara.

Tengo miedo.

Realmente tengo miedo.

Esto no se compara a lo que Popee me hace, realmente no. Esto es mucho peor.

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En un impulso, con mis propias garras comenze a desmembrar a aquella rana, no me importaba que los demas me miraran sorprendidos y Asqueados, por fin se habia callado. O eso crei, hasta que, como si fuera su ultimo aliento dijo algo mas.

—Okassan ni datta yo.—

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Todos estaban mirandome.
Todos sabian la verdad.
Todos tenian miedo.
Todos me odian.

No lo soporte mas y acabe por completo con aquella rana. La sangre corría por mis garras y la solté, mire a mi alrededor, estaban ahí. Viéndome con miedo y asco.

No lo soporto.

Estaba temblando sin saber que hacer, pense en huir pero no tuve fuerzas para hacerlo cuando la vi a ella.

—¿M-mama...? —Susurre con nervios.

Aquella lobo blanco con ojos del mismo color de la sangre. Aquella lobo que habia acabado con la vida de muchas personas inocentes, que era temida. Aquella lobo que abandonó a su cachorrito en la nada durante la guerra fria.

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Comenze a gritar del panico mientras me arañaba la mascara hasta romperla, dejando ver asi mi rostro y rasguñandolo en el acto también. No me importo, ya nada me importaba ahora.

Poco a poco las personas iban desapareciendo, no solo ellas si no tambien el circo. Poco a poco todo iba esfumandose.

Tal vez es mi culpa.
Tal vez es mi cara.
Tal vez soy yo.
Tal vez deba morir.

—¡¡Soy un mounstro, soy un mounstro!! —Grité repetidas veces mientras me arañaba sin parar y las lagrimas bajaban de mis ojos hasta el suelo.

Habia olvidado que Popee seguía ahi, era el unico que estaba ahi. El se dejo caer de rodillas frente a mi viéndome tristemente.

—No eres un mounstro Keda... —Susurró mientras me abrazaba fuertemente.

Poco a poco me fuí calmando al igual que mi respiración, le mire por un momento y correspondi a su abrazo fuertemente. La luz de la luna era lo unico que nos aliviaba.

Pero, ¿donde estaban todos realmente? ¿Y el circo?

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Oh, Ahora por fin recordé.

Realmente estamos solos Popee y yo en medio de la nada.

Sobrevivientes de una fria guerra.

Ambos abandonados por sus familias.