Púrpura

26 0 0
                                    

Laura, con su coleta bien alta y sus deportivas azules, sale a correr todas las mañanas por el parque más cercano a su casa. Cada día, vuelve a casa y, después de ducharse, trabaja en una nueva historia para presentarla a algún concurso. Aquel día, había logrado escribir algo que realmente le gustaba, pero cuando se dispuso a imprimirlo, se dio cuenta de que no quedaba tinta en la impresora.

Salió de su casa y bajó a la papelería del barrio, caminaba sin prisa, dejando que su larga melena negra se removiera al compás de sus pasos. Aquel día se sentía especialmente guapa, tanto, que decidió quitarse el pañuelo púrpura que llevaba atado al cuello, para hacer resaltar la bonita camisa blanca que llevaba. Pero al meter el pañuelo en el bolsillo se le fue la mano y, sin darse cuenta, el pañuelo cayó al suelo y salió volando.

-Oscar, ¿qué es eso que llevas en la mano?

-Es un pañuelo, papá, me lo he encontrado, ¿crees que a mamá le gustará?- preguntó Oscar inocentemente.

A sus ocho años de edad, Oscar ya era un gran observador, sus padres se separaron cuando él todavía no tenía uso de razón. Pero aquel día era el cumpleaños de su madre y le irritaba muchísimo tener que pasar el fin de semana con su padre. De camino a casa, sentado en el elevador del coche, Oscar contaba los árboles que había en la calle. Solo había catorce desde el parque hasta el frío piso en el que vivía su padre, pero aquella mañana de domingo, estaba totalmente agotado y al quinto árbol, sus párpados ganaron la lucha interna del pequeño niño y se quedó totalmente dormido.

Al abrir los ojos se sintió desconcertado, estaba tumbado boca arriba en un sofá que no era el de su padre. Se incorporó y vio a su madre, que tan felizmente canturreaba por la casa.

-¡Oscar! ya te has despertado, tu padre te ha traido hace un rato. Es el mejor regalo de cumpleaños del mundo.

El padre de Oscar, sentado en el coche, intentaba aclarar sus ideas. Quiere mucho a su hijo y sabe que esto lo ha hecho por él, pero se siente tan vacío cuando no está por casa, que tiene tentaciones de ir a buscarlo. Menos mal que ahora vendría Alex, eran muy buenos amigos desde el instituto y venía a pasar unos días a su ciudad. En cuanto llegó Alex, el coche se llenó de maletas y su piso se llenó de risas.

Al día siguiente, Alex bajó a la cafetería más cercana con su portátil, para preparar una presentación para el trabajo, pero cuando fue a abrir la cremallera de la funda del portátil, se dió cuenta de que había un pañuelo púrpura atascado en ella. Tiró con cuidado para no romperlo y lo dejó sobre la mesa. Seguidamente metió sus narices en el portatil.

-Perdona, no quiero molestar pero, ¿de dónde ha sacado ese pañuelo?

Alex levantó la vista y se encontró con la chica más guapa que había visto nunca.

Laura se perdió en el azul de sus ojos.

Alex no podía dejar de mirarla.

Laura ya no se acordaba de lo que había preguntado.

Alex salió de su ensimismamiento y respondió -Me lo he encontrado enganchado en la funda, ¿es tuyo?

-Creo que si, ayer me desapareció el mío- Dijo Laura con una sonrisa.

Aquel día, dos corazones conectaron.

Aquel día, el primero de muchos, dos personas se enamoraron.

Y ahora, tantos días, pañuelos y casualidades después, Laura y Alexandra anuncian su boda. Una boda de vestidos púrpuras y amores verdaderos.

You've reached the end of published parts.

⏰ Last updated: Feb 12, 2018 ⏰

Add this story to your Library to get notified about new parts!

El color del caminoWhere stories live. Discover now