He comido muchas cosas en mi vida, pero lo que mas me encantaba comer son las famosas lasañas de aquel restaurante Italiano donde la conocí por primera vez.
Ella estaba preciosa, fue amor a primera vista, recuerdo que llevaba un vestido suelto color café, con un sombrero a juego, accesorios y unos tacones muy altos que me dio tanto miedo a que se cayera.
Era preciosa, me propuse hablarle, estaba demasiado nervioso, mis manos me sudaban, mis piernas me temblaban, cuando llegue a su mesa, ella levanto la mirada y me quede mudo por esos impresionantes ojos verdes.
"-Hola, ¿Sucede algo? "
Creo que pensó que era un retrasado porque salí corriendo apenas termino de hablar genial en definitiva yo no tenia remedio.
Al siguiente día ella estaba de vuelta en el mismo lugar, si antes tenia coraje e iniciativa, ahora soy un pequeño pollito recién nacido, no, algo peor, porque hasta los pollitos son más valientes que yo.
"-Tu eres el chico de ayer, ¿no?"
Escuche detrás de mi, Dios llévame contigo de una vez y evitarme la vergüenza.
"-Hola"
Bueno tan siquiera no me quede callado, y que bueno porque esta vez si hablamos, bueno se burlo de mi, pero hasta yo me reí, me la pase muy bien.
Desde ese momento cada vez que salia a comer, siempre prefería comer en ese lugar solo para verla.
Ese era una buen recuerdo, que siempre guardaré, que siempre tendré presente, que siempre estará en mi corazón.