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«Mi Nombre es Midoriya Izuku»

Las bocas de todos los estudiantes de la clase 1°A de la academia Yūei quedaron entreabiertas en su segundo día de clases.

Todos los ojos puestos en el chico que se encontraba en el frente sosteniendo un cuaderno en el frente de la clase.

Lo que más resaltaba de él, eran sus brillantes ojos esmeraldas. Eran grandes y muy llamativos por ser lindos, a opinión de la mayoría. Y oh, sus cuatro pecas en cada mejilla terminaban de darle su aspecto infantil, junto a su alborotada cabellera ondulada color verde.

El chico que tenía plasmado su nombre en la hoja del cuaderno que sostenía, dio una pequeña sonrisa tímida antes de dar la vuelta a la hoja.

«Nací con un silencio permanente.
Soy Mudo.»

Los alumnos luego de lograr emitir un "Oh" en voz baja, se intercambiaron miradas preocupadas entre si. Era la primera vez de varios de ellos que veían a alguien mudo, y estaban muy asombrados.  Especialmente, por el hecho de que ahora tenían a uno como compañero de clases.

Todos asombrados, excepto uno.

En la hilera de las bancas junto a las ventanas del aula, se encontraba un joven de una rebelde cabellera rubia ceniza, quien con sus ojos carmesí fulminaba al chico del frente.

Bakugō Katsuki consideraba que la desgracia le perseguía ese día. Esa mañana no había logrado encontrar su cuaderno de Matemáticas. No alcanzó a desayunar porque iba llegando tarde. Y durante su trayecto, había pisado heces de perro. Y ahora, tenía la desgracia de estudiar con él.

Trató de ignorar la presencia del peliverde. Sin embargo, sus ojos de un momento a otro ya estaban posados sobre el pequeño cuerpo del chico.

Esbozó una sonrisa amarga ante ello. Mas que nada, nostálgica.

Con un pequeño titubeo, la hoja vuelve a ser cambiada.

«Soy un Omega.»


Los murmullos preocupados y sorprendidos de sus compañeros no demoran en resonar por la sala.

- Bien, Midoriya. Tu lugar será aquel, el que está detrás del joven Bakugō. - Dice el profesor Aizawa, señalando con su dedo índice de su mano diestra el puesto libre.


Sin embargo, Izuku no lo hizo. No se movió, se quedó inmóvil. En su mente, el apellido resonó en su cabeza.

"Bakugō"

De inmediato, lo buscó por todo el aula tras miradas fugaces, cuando lo vio, se encogió entre sus hombros.

- Midoriya. A tu asiento.

Tras un sobresalto, dedicó una sonrisa torpe al mayor y asintió con la cabeza, sujetó con más fuerza de la necesaria su cuaderno de Comunicación y se encaminó hacia su puesto, sintiéndose devorado por esos ojos carmesíes que ya conocía.

Agradeció sentarse detrás de él.

Tras pasar por su lado, el aroma a roble que tanto conocía inundó sus pulmones. Y quiso toser por ello.

Cuando Izuku toma asiento, escucha el susurro de esa voz que solía atormentarle de vez en cuando en sus sueños.

- Tu olor de Omega es asqueroso... Maldito Deku.

Sintiendo su corazón contraerse, Izuku decide ignorar a su antiguo alfa.

Ya estaba acostumbrado a que se burlase de él, así que no le sorprendería si lo hacía de nuevo.

Nada nuevo bajo el sol.










[Cambio de aroma-a-a-a-a. (?)]

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⏰ Última actualización: Jun 17, 2018 ⏰

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Permanent Silence [Katsudeku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora