Le Bella Durmiente

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Hay veces que pasan cosas terribles mientras estamos dormidos, como nos enseña el cuento de Sol, Luna y Talía, la primera versión de la bella durmiente publicado por Giambattista Basile en el siglo XVII. Aunque las versiones posteriores de este cuento también son un poco perturbadoras.

La versión de Basile tiene un comienzo familar. Los hombres sabios del reino le dicen al Señor del castillo que su hija, Talía, corre peligro de clavarse una espina de lino. Por lo tanto, se prohíbe el lino en el reino. Sin embargo, Talía acaba encontrando una rueca y usándola se clava una espina bajo su uña, y aparentemente muere. Su padre deja el “cadáver” en una de sus propiedades en el bosque. Un día, un rey (que está casado) se encuentra con Talía e intenta despertarla. Como no lo consigue, la viola y la deja allí, olvidándose de ella por un tiempo. Esto tiene sus consecuencias.

El rey dejó a Talía embarazada y ella da la luz a dos niños mientras está dormida. Los niños son cuidados por hadas, que les colocan en los pechos de Talía para que se alimenten. En una de estas ocasiones, uno de los niños chupa el dedo de su madre y logra sacar la espina. Talía despierta y cría a sus dos hijos, a los que llama “Sol” y “Luna”, aunque no sabe cómo ha pasado. El rey más tarde se acuerda de Talía y va a verla. Allí le cuenta lo que ha ocurrido y acaban siendo amigos.

Sin embargo, la esposa del rey se entera de lo que ha pasado e intenta cocinar a los hijos ilegítimos del rey y arrojar a Talía al fuego. Su plan no tiene éxito. Al final, la esposa muere (es arrojada al fuego) y el rey toma a Talía como su mujer.

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