Christopher
Mesas, sillas elegantes, el piso bien pulido, era lo que se podía observar en el pequeño salón del restaurante, menudo lugar para el reencuentro de la secundaria.
Me puse uno de mis mejores trajes, la noche lo a merita. ¿Cuanto tiempo sin ver a mis ex compañeros?, 7 años es demasiado, me pregunto cuanto habrán cambiado.
Llegue un poco tarde, el trabajo me retraso, tenia un buen puesto y alta gama como arquitecto. Me sorprendía todo lo que había logrado con esfuerzo y mucho trabajo duro, pero ahora era el momento de retirar el estrés y disfrutar un poco con quienes fueron mis amigos, como en los viejos tiempos.
Camine hacia una mesa, justo a un lado de la pista, pedí una copa de vino tinto, y tome asiento, enseguida, me inundo un fuerte aroma, seguramente de las mezclas de colonias y perfumes, al parecer también era una noche especial para los demás.
Me permití observar con detalle a los invitados, se veían tan diferentes a cuando en la escuela, los jóvenes que se divertían haciendo bromas mientras el profesor daba la clase habían crecido, podrían tener cualquier trabajo, abogados, ingenieros,o tal vez electricistas, existían muchas posibilidades, pero no era fácil saberlo ahora,menos si todos usaban un traje y una corbata, algunos tenían bigote, otros barba, o ambos.
Las chicas, ya eran unas mujeres, seguramente con trabajos, familia y una nueva vida, se veían mas lindas, creo que crecer les cayo bien, tan solo por su maldito maquillaje , solo tendrían 22 años y las arrugas ya eran notorias en sus rostros, provocadas por las mismas bases y sombras que usaban desde la escuela, para variar, usaban mas maquillaje tratando de esconderlas, en eso no habían cambiado, quizás solo en la vestimenta, pues sus vestidos largos de cóctel no tienen nada que ver con sus mallones en las tardeadas.
La lista de invitados estaba presente, excepto a quien en verdad quería ver, la mejor de todas, la chica de la sonrisa resplandeciente, ¿donde estaba?, ¿como seria?, lo ultimo que supe de ella es que se fue a estudiar al extranjero. ¿ Aun tendrá su cabello esponjado y rebelde que solo podía ser calmado por una dona?, ¿estará mas largo o se lo cortaría?, ¿ sus ojos seguirían teniendo ese toque especial?, solo me queda esperar,¿ por que no llega?, definitivamente la paciencia no estaba de mi lado.
La puerta principal se abrió, dejando ver a una hermosa dama, con un cabello largo hasta la cintura, de vestido largo, negro como la noche, con toques plateados en su elegante escote, tales y como las estrellas y una abertura demasiado provocativa, que se extendía desde la mitad de su pierna izquierda hasta llegar al piso, antes de dar otro paso, sonrió, yo conocía esa sonrisa resplandeciente, Natalia.
Quería acercarme y tomar su mano para besarla, pero alguien se me adelanto, Ricardo, de donde salio, no lo había visto en toda la noche, ¿habrá venido con ella?, ¿que tal si eran pareja?, tenia que descubrirlo, ahora.
Ricardo
El cielo empezaba a oscurecer, y con ello empezaba la fiesta, hace unos meses que recibí una invitación a la reunión de reencuentro de la secundaria, me pareció algo absurdo, ya habían pasado 7 años, como nos reconoceríamos, ya no eramos los mismos, habíamos crecido, no seria igual, pero mi inquietante sed de curiosidad me llevo a aceptar la invitación.
Apenas me había recibido de Abogado y ya tenia solicitudes de trabajo, tenia buen empleo, hacia lo que me gustaba y ademas me pagaban bien, podía permitirme ciertos lujos, de hecho, podría estar justo ahora en un restaurante cinco estrellas, pero que mas da, quizás y esto no era tan malo.
Fui el ultimo en llegar, no diría que llegue tarde, mas bien ellos llegaron temprano, todos estaban presentes, me detuve por un momento en la entrada he hice un recuento con los números de lista que recordaba, si al parecer estaban todos. Camine al centro de la pista cuando el sonido de la puerta desvió mi mirada.
!Madre santa¡, que belleza, ¿quien era?, ¿no se suponía que todos ya estaban aquí?, quien me falto, volví a la lista y a los invitados, Natalia, por supuesto, como pude olvidarla, pero que diferente estaba, ella si que estaba diferente.
Mis pies empezaron a trasportarse solos hacia ella, mis ojos, funcionaban como un scaner, de arriba a abajo, que favor me hacia su vestido al dejar al descubierto un poco de sus buenas piernas o su escote pequeño y elegante.
-Natalia, ¿cuanto tiempo?- tome su mano y le ofrecí un simple beso.
-Ricardo ¿cuanto has cambiado? - que linda voz, porque nunca se lo note.
-Déjame decir lo mismo, te vez fantástica.
-Muchas gracias- se sonrojo, se me daba bien conquistar damas.
- Te parece si tomamos asiento- añadí mientras le indicaba una mesa con mi brazo
-Me parece bien- dijo para después dedicarme una leve sonrisa, esa si la recuerdo, era muy carismática, pero ahora con su notable cambio la hacia lucir sexy, me estaba volviendo loco, controla tus impulsos Ricardo, me dije para mis adentros.
Nos dirigimos a la mesa frente a la ventana, tenia un buen toque romántico, épico para la ocasión. Mi visión periférica me dejo ver a alguien que se acercaba hacia nosotros, Christopher, sin duda, lo reconocería en cualquier lado, mas si he pasado gran parte de mi vida a su lado.
-Primo- estrecho su mano con la mía- Natalia, te ves hermosa.- sentía como el enojo trataba de consumirme, no permitiría que nadie se interponga en mi conquista.
-Christopher, me da gusto verte- dijo ella, se acerco mas y le dio un abrazo.
-Que bueno volverte a ver primo, pero ahora nos dirigíamos a sentarnos- interrumpí su abrazo, era mi momento, no el de él.
- Siéntate con nosotros- exclamo Natalia, mientras le sonreía, esto no me estaba gustando.
- Me parece perfecto,si no te molesta Ricardo- dirigiéndose hacia mi, claro que me molestaba, pero tenia que demostrar que era un caballero.
- No, claro que no me molesta, primo- reprimí mi malestar, solo le dedique una sonrisa fingida, no arruinaría todo en un momento de alteración, tenia que manejar mejor mi jugada si quería que esta noche saliera como deseaba.
Llegamos a la mesa y recorrí la silla a mi derecha para que Natalia tomara asiento, mientras Christopher se sentaba a su izquierda.
- Las damas primero-dije