A golpe de calcetín

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1 cap. Entre periódicos y zapatos

Ya hace más de un año que ando metido en esto de vender periódicos en las calles. Apenas cumplí los diez años mis papás me dijeron "adiós a la escuela" y me llevaron derechito hasta una bodega muy grande, atestada de periódicos y revistas. Me pusieron entre las manos un montón de periódicos que apenas podía sostener, me enseñaron una tonadita y me dijeron:

-Ahora vas a leer lo que dicen las letras y lo vas a gritar, como te enseñamos, por las calles del Centro. La gente te los va a ir comprando: cada periódico cuesta cinco centavos. Sólo cuando hayas acabado de venderlos todos puedes volver a casa.

-En esta bolsa de tela -añadió mi mamá- mete las monedas. Ten mucho cuidado con ellas, no las vayas a perder ni dejes que te las roben.

Al principio me daba verguenza adar pegando de gritos por las banquetas. Sentía que todos se volvían a mirarme y decían: "Luego luego se nota que este niño es u principiante". Pero en cuanto vendí mi primer periódico me dio tanto gusto que se me acabó la verguenza. Poco a poco me fui acostumbrando a gritar las noticias y a ir cobrando de cinco en cinco centavos.

Aunque mis papás me dijeron que no me alejara mucho de la esquina de avenida Madero e Isabel la Católica, muy pronto me dio por callejear mas allá. Al poco tiempo ya conocía todas las esquinas y callejones del rumbo. También empecé a tener amigos: Chucho, que iba y venía con su cajón para bolear zapatos; don Justo, que vendía cachitos de lotería; Samuel, que tenía un puesto de tacos y que a veces, caundo estaba de buen humor, me regalaba uno; Aniceto, el organillero, y mucho más, todos los mendigos de Catedral y todos los vendedores del centro.

Según qué tal ande de suerte o qué tan buena sea la noticia, a veces vendo los periódicosmuy pronto, como la semana antepasada, cuando fue la final de futbol, o como hace algunos meses, cuando le dieron un balazo a don Pascual justo el día en que empezaba a ser presidente de México. La gente, en vez de ir a la Cruz Roja a esperar noticias sobre su salud, compraba el periódico y así se enteraba de todo lo que pasaba.

El dinero que saco de las ventas se lo paso todito a mi mamá, y ese dinero ella me da quince centavos cada domingo. Antes me lo gastaba en paletas heladas de limón y en chicles de marqueta, pero desde hace un mes lo he estado ahorrando para poder ir alguna vez al cine.

Todas las tardes Julián, un zapatero remendón, porque mis papás dicen que tengo que formarme un oficio para cuando sea grande y así no convertirme en una lata para los demás. La mera verdad es que no me ha enseñado más que a clavar suelas y tacones, poner bien las agujetas a los zapatos y bolearlos para regresarlos reparados y limpios a sus dueños. don Julián sólo me da el dinero del tranvía pero, como a veces puedo burlar al cobrador, me quedo con él y lo meto en mi alcancía.

No me parece, por los demás, que eso de pasarme la mañana vendiendo periódicos y la tarde oliendo zapatos ajenos sea algo muy divertido. Aunque no lo crea nadie, es más bien aburrido, y si no fuera porque tengo oportunidad de ir de un lado a otro y de platicar con mis amigos, ya me habría cansado de hacerlo, aunque a veces en la calle ocurren cosas que valen mucho la pena.

Hasta acá llego con el 1 cap. Subo el 2 si quieren, comenten, se pondrá mejor :D

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