| SINNER |

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La mujer apagó la radio.

—¿Y a esto llaman éxito? Más bien es el diálogo de una película pornográfica con autotune —el hombre asintió.

En la parte de atrás, Jungkook les observaba en silencio. Los comentarios de su madre siempre eran muy directos. Según ella: “no hay mentira que valga más que una verdad”. En eso llevaba razón, pero a veces no podía con su falta de tacto.


El semáforo se puso en verde.


Ella abrió su gran bolso marrón y sacó dos libros pequeños, uno se lo quedó ella y el otro se lo ofreció a su hijo. Sin queja alguna lo tomó y lo leyó para sí mismo por donde el marca páginas le indicaba.


Ninguno de los dos necesitaba leerlo, se sabían de memoria cada palabra que había escrita en la Biblia.


Continuaron el resto del camino en silencio, Jungkook no apartaba la vista del libro. Los ojos de halcón de su madre le detectarían al menor movimiento ocular que hiciera hacia la ventanilla. Se limitaba a pensar en aquella frase, el bien y el mal; la oscuridad y la luz.


Con sus padres se sentía protegido, como si la luz le acompañase. Y aún si no está con ellos, la cruz que cuelga de su cuello le protegía. Para él, su familia era el pilar más importante. Ellos eran quiénes le iluminarían y guiarían por el camino correcto.



Un frenazo repentino le sacó de sus pensamientos.


Aquel anciano quería llegar antes de tiempo con Nuestro Señor, ¿eh? —comentó el padre a modo chiste.

La mujer le ignoró enfocándose en la lectura. Jungkook le miró tímidamente levantando las cejas y volvió la vista al libro.

Repitió el versículo mentalmente, es de sus favoritos.




Se dejó llevar por la imaginación, idealizó el camino de su vida. Empezaba con recuerdos de su infancia pero según avanzaban los años la luz se atenuaba gradualmente hasta quedar todo a oscuras.

En aquel momento Jungkook se sintió perdido, mareado. El miedo le inundaba. No entendía nada, nada hasta que su mente proyectó el rostro de su pecado.

Recordó cada mirada, sonrisa, caricia, fantasía. Jungkook agitó la cabeza bruscamente, no se podía concentrar con él en su cabeza.


Jungkook, ¿Qué pasa?—inquirió su madre con voz severa.

Nada, una mosca me estaba molestando —mintió.

Cariño abre la ventanilla, así el bicho ese se irá —ordenó, el padre obedeció.





Llegaron a la iglesia como de costumbre treinta minutos antes de comenzar la misa. Tan sólo había tres señoras en la primera fila y una pareja de ancianos en la parte más alejada. Los padres se acercaron a las señoras, después de todo eran nuestras vecinas.

Jungkook se quedó apartado, seguía ensimismado por lo ocurrido en el coche. Observó la iglesia y se detuvo ante una pequeña y colorida vidriera. Aun no siendo la primera vez que la veía, hoy le transmitió una sensación tenebrosa.



¿Te interesa el Juicio Final? —Jungkook sobresaltado se dio la vuelta encontrándose con el párroco.

Eh… no —respondió honesto volviendo la vista momentáneamente a la imagen del cristal.

¿Hay algo de lo que necesites hablar? Aún queda tiempo antes de la misa —curioseó el hombre.


Jungkook titubeó por un segundo, miró hacia el frente. Sus padres estaban hablando con las vecinas, seguro que de cotilleos. Asintió.

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⏰ Última actualización: Feb 14, 2018 ⏰

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