Cogito

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Abrí mis ojos. Podía ver, podía pensar. Lo primero que vi fue a un hombre durmiendo en una cama, me parecía familiar, pero yo no tenía recuerdos. Traté de recordar, pero nada entró en mi mente.

Yo existo- me dije a mi mismo en mi cabeza- Existo, pero ¿cómo lo sé? ¿existo?. Esa pregunta no tenía respuesta, porque no había forma de comprobar mi existencia, no tenía pasado, no conocía a nadie, si nunca nadie me vio y me recuerda, si no hay quien me reconozca, no existo. No hay nadie que compruebe mi existencia, a menos que ese hombre, que duerme en su cama, me conozca. A mi me parece familiar.

Pero ¿para qué me sirve comprobar mi existencia?, si sería una existencia vacía, porque no tengo un propósito en mi vida, no tengo una meta, y si no tengo algún objetivo en mi vida, no tengo razón de existir – Mi mente se quedó en blanco un momento – Existo; yo pienso, por eso existo, y también tengo una razón de ser, descubrir si ese hombre me conoce.

Escuché un ruido.

Miré hacia todos los lados, no había nadie, estaba sólo con ese hombre. Me asusté. Aquel sujeto no se había movido en todo el tiempo; el ruido no lo había hecho él, era una especie de gemido.... era yo, yo era el que emití ese sonido, podía expresarme.

            -Hom-bre – traté de decir, salió algo despacio, pero podía comunicarme de todas maneras. Si gritaba fuerte él me escucharía y despertaría de su profundo sueño.

Lo dije otra vez, y otra, cada vez más fuerte, de pronto él levantó la cabeza y luego la bajó. Volví a hablar. El hombre se sentó. Me miró, con una extraña mirada, como de terror, lo más probable que yo tenía la misma mirada cuando escuché mi gemido. Me seguía mirando, levantó su mano y me dijo algo así:

            -Modo chat desactivado.

Yo lo miré, no sabía que estaba diciendo, levanté mi mano y me la coloqué en la cara, pensando, en ese momento la vi, mi mano era distinta a la del hombre, era plateada, metálica, miré mi otra mano, era igual, brillante, gris -me asusté-. Miré para abajo y mis piernas eran iguales, relucientes.

Bueno ya, soy distinto, pero soy humano, él tenia una rara piel, de color rosado con blanco, con un toque oscuro, extraño; no sabría decir cual de los dos era el extraño, éramos diferentes. Él en su cabeza tenía algo negro, pelo, así se llamaba esa cosa, yo coloqué mi mano en mi cabeza para comprobar si yo también tenía pelo, pero no, en cambio, era liso, metálico; quizás éramos de distinta raza.

             -¿Cómo estás?- me preguntó aquel hombre de identidad desconocida para mi persona.

             -Yo....estoy....bien- mencioné con una gran dificultad, todavía no me acostumbraba a hablar bien.

El tipo me miró con extrañeza. Sonrió sarcásticamente.

            -Diablos- susurró en voz baja aquel hombre, pero igual lo escuché -¿Quién eres?- me preguntó como si el supiera que yo no tenía idea de quien soy.

Yo no le respondí, ¿qué iba a responder?, si yo no sabía, esa respuesta era lo que yo buscaba, pensé que él sabía la respuesta, pero no.

Al ver mi silencio él me preguntó más cosas sobre mí, que pensaba, como lo escucho, como lo veo, que siento. Yo le contestaba lo que sabía, que estaba buscando mi razón de ser, que me veía plateado y que a él de color rosado y con una especie de tela que cubría gran parte de su cuerpo... Y así conversamos por un largo tiempo, él me interrogaba, yo no le hacía preguntas. Después de la conversación el me dijo:

            -Tú te llamas Yggy.

Claro, ese era mi nombre, esa era la respuesta que estaba buscando, Yggy, así me llamaba, en ese momento como que se encendió una chispa en mi cabeza, recordé, si, toda mi memoria perdida había vuelto, lo recordé todo, aquel hombre era Vincent, mi amo, yo trabajaba para él, yo lo ayudaba, éramos humanos.

Él se levantó de su cama y revisó debajo de ella, sacó un objeto extraño, pistola, si, así se llamaba; me apunto y luego me disparó, la bala penetró en mi pecho, me sorprendí, miré la herida y había un agujero, de él salía un liquido verdoso y adentro habían pequeñas luces y piezas metálicas, había electricidad alrededor de ellas. Miré a Vincent, sacó una navaja de un mueble que estaba al lado de su cama y se hizo un leve corte en la yema de uno de sus dedos, salió un líquido rojo.

            -¿Qué sientes?- me preguntó Vincent

            -Siento miedo, miedo de.....que me......mates- respondí, porque de verdad yo estaba aterrado.

Él comenzó a reír a carcajadas

            -Los robots no piensan, no sienten, ¡no viven!- exclamó Vincent con algo de risa.

Yo pienso, yo siento, yo vivo, si él dice que yo soy un robot, ¡es mentira!, porque el dijo que los robots no hacen esas cosas que yo si hago, él parece un robot, no siente pena por mi, no pensó en las consecuencias de sus palabras, de que me harían sufrir, ¡él es un robot!, ¡yo soy humano!. Lo miré con odio, porque me había mentido, él se asustó al verme, me acercaba a Vincent, él levantó su pistola y me disparó en la cabeza.

Se empezaron a escuchar voces a mi alrededor, “EMERGENCIA”, eso decían; se escuchaban por todas partes, no sabía que hacer, quería que se fueran pero estaban ahí, acorralándome, me tiré al suelo y me puse las manos en las orejas, pero seguían, continuaban, era insoportable, de pronto fue bajando el tono de la voz y mi vista se tornó roja, borrosa, cada vez más y luego escuché una ultima voz que dijo: “YGGY DESACTIVADO”.

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